Cada vez con mayor precisión, los especialistas aseguran que a partir de enero el panorama climático estará teñido por condiciones ligadas al fenómeno “El Niño”, pero en su faceta moderada, lo que implicaría que los cultivos estivales reciban lluvias abundantes durante febrero y marzo, en el período más crítico para la performance de los rindes.
Esta posibilidad fue refrendada recientemente por el Servicio Meteorológico Australiano, país donde El Niño es bastante conocido por los graves perjuicios que genera.
La presencia del fenómeno climático para la Argentina resulta aliviadora, si se tiene en cuenta que los deterioros en los rendimientos del maíz y la soja, registrados en la campaña 2003/2004 se debieron, justamente, a la falta de lluvias suficientes en esos meses, aseguró un informe de Climagro.
No obstante, la perspectiva primaveral continúa siendo incierta: La falla en las precipitaciones observada durante la mayor parte de la campaña 2003/2004, y el inicio del ciclo actual fue causada por un enfriamiento de las aguas del Océano Pacífico Tropical que, desde mediados del año pasado, afecta al Continente Sudamericano, configurando una especie de “Mini La Niña”, que deprimió las lluvias.
Pero el panorama comienzó a revertirse parcialmente a partir de la segunda quincena de julio y la primera de agosto, cuando se observó una reactivación de las lluvias, aunque sólo en algunas regiones como el litoral fluvial y atlántico.
Para lo que queda del invierno y la primera parte de la primavera, “las lluvias seguirán concentrándose sobre la franja oriental del área agrícola, mientras que la porción mediterránea continuará recibiendo precipitaciones dispersas e insuficientes para una buena recarga de los suelos”.
Para el mediano y largo plazo, Climagro estimó un incremento de las lluvias en Salta, Tucumán, Santiago del Estero, el oeste del Chaco, San Luis, el oeste de Córdoba, La Pampa y el oeste de Buenos Aires, donde se siguen incorporando tierras, hasta no hace mucho consideradas marginales, a la agricultura.
Sin embargo, existen fuertes indicios de que este cambio se revertiría: Los investigadores coinciden en que las regiones Chaqueña y Pampeana (incluyendo Uruguay y el sur de Brasil), así como el Este del NOA, presentan un ciclo de precipitaciones de larga duración, que observa fases húmedas y secas, separadas por fases de transición, concluyó el trabajo.
Finalmente, el informe recordó la amenaza de heladas tempranas que pesa sobre los estados de Dakota del Norte, Dakota del Sur, Minnessotta y Wisconsin, lo que genera una gran incertidumbre sobre todo el cinturón maicero y sojero de los EE.UU.