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Visión de futuro y certezas, deudas de la Presidenta

Lamentablemente, el contenido de su extenso discurso impide entusiasmarse con el aparente cambio de actitud.

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En un saludable cambio de actitud, la Presidenta abandonó este año la impronta confrontativa con la que marcó a fuego la agenda parlamentaria del 2010 desde el momento mismo de su inauguración.

No hubo beligerancia manifiesta hacia la oposición en su reciente discurso de apertura de sesiones ordinarias, ni ataques furtivos o desplantes a los otros poderes republicanos. El relato que profundizaba las diferencias entre una Argentina “real” (la suya) y otra “virtual” (la de la oposición y los medios de comunicación) mutó este año en una reinterpretación constructiva del kirchnerismo: “Néstor construyó las bases; yo construyo las certezas”. Intentó así mostrarse como estadista más que militante, como artífice de la construcción más que promotora de la división.

Lamentablemente, el contenido de su extenso discurso impide entusiasmarse con el aparente cambio de actitud. No hubo en él una visión de futuro que ordene esa construcción que ansiamos todos los argentinos. Y la manipulación estadística en la que ahondó es incompatible con la construcción de certezas que dice perseguir.

Tomemos la referencia al aumento de la capacidad de generación eléctrica de 17.9MW a 25.3MW. Impacta el aumento de más del 40% … ¡hasta que uno advierte que el punto de comparación es 2003 y no 2009! El incremento anual promedio del 4% es inferior al crecimiento de la economía en dicho período.

Por eso Argentina es hoy importador neto de energía y por eso el ministro De Vido debe racionarla cada vez que hay un pico en la demanda. Claro, todo impacta más cuando se acumulan mandatos. Es como si Khadafi se vanagloriara porque durante su estancia en el poder el parque automotor de Libia se multiplicó por 5.

Hubo algunas manipulaciones más graves, como la de ensalzar una participación récord de manufacturas en el total de exportaciones durante 2010 como evidencia del “modelo exportador de valor agregado”. La Presidenta omitió señalar que durante su mandato el balance comercial de manufacturas arrojó un déficit de más de US$15.000 millones anuales.

Sin “el yuyo”, hace rato que este “modelo de matriz productiva diversificada” estaría arrojando enormes déficits comerciales, como en los 90 y los 80.

Volvió, también, a confundir con el ya famoso latiguillo del “desendeudamiento”. Las estadísticas oficiales la desmienten. La deuda pública (hoy en US$161.000 millones) es superior a los US$129.000 millones que debíamos después del canje en 2005 y mayor también que los US$153.000 millones de fines de 2002. A pesar de los canjes y del superávit fiscal que ha tenido en cada uno de sus años, la deuda pública subió durante el kirchnerismo (US$14.000 millones sólo en 2010).

Y hubo mentiras descaradas. Como la de denunciar al agro de aportar tan sólo el 2.3% de la recaudación impositiva nacional de US$100.000 millones, cuando sólo por retenciones a la soja se recaudaron US$6.000 millones en 2010. De hecho, si sumamos todos los impuestos que tributa, el campo aporta proporcionalmente más a la torta recaudatoria que a la torta productiva.

Tampoco es cierto que en 2010 se logró un récord de aumento de reservas internacionales . Éstas crecieron más en cada uno de los años del gobierno de Néstor Kirchner. En los primeros dos, durante nuestra gestión al frente de un BCRA independiente, duplicamos las reservas en menos de 2 años, manteniendo la inflación debajo del 5% anual. En cambio, el récord que bate el BCRA de Cristina es el que ella prefiere ignorar: una inflación del 27% el año pasado , gracias a la estrategia regresiva de pagar deuda con emisión monetaria –que hoy ronda el 40% anual! Esa inflación, al contrario de lo que dijo la Presidenta, está matando la competitividad de la economía .

Todo es hoy más caro hoy en dólares y por eso aparecen las restricciones de Moreno y Giorgi a las importaciones . A pesar del repunte del real y del euro, una inflación en dólares del 25% anual mata cualquier productividad. La industria ya lo está sufriendo. Pronto sólo los exportadores de soja serán competitivos, una curiosa paradoja para un gobierno que los persigue.

Quizás sus ministros no le hayan suministrado la información más veraz. O quizás en su entusiasmo por presentarse como la estadista que muestra resultados se haya confundido involuntariamente al interpretar alguno de esos datos. Pero la Presidenta debería saber que no se puede construir certezas desde la mentira y desde la manipulación , ni tampoco subestimando la inseguridad o ignorando la inflación que azota a diario a millones de familias argentinas, especialmente las más humildes.

No hay mayor incertidumbre para una madre que no saber si su hijo volverá sano a casa al final del día. Ni hay mayor obstáculo para el progreso de un jefe de hogar que el desconocer cuánto compra su salario, menguado diariamente por la inflación.

Argentina necesita estadistas que comprendan cabalmente los números, que acepten la realidad y que, desde un diagnóstico veraz, afronten los problemas con valentía y liderando hacia el futuro.
Estamos peor que hace tres años.

Y estaríamos mucho mejor si aprovechásemos este momento internacional para entrar en la senda del progreso continuo e inclusivo, como el que están logrando nuestros vecinos más cercanos, Brasil y Uruguay. Los argentinos necesitamos mirar hacia adelante. No es hora de estadistas del pasado.

* Diputado nacional y Economista

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