Para el productor Daniel Ahumada (Foto) fue exactamente un año entero muy difícil. No solo porque no pudo trabajar, sino porque su fuente de ingresos, el campo familiar, había sido usurpado.
Él fue víctima, en la localidad de Cruz del Eje, Córdoba, en una zona muy inhóspita, del accionar de un grupo de personas que, a mano armada, se quedaron y explotaron su campo y el de su familia
“El usurpador, valiéndose de un arma de fuego, me amenazó a mí, a mi madre y a mi hijo para quedarse con la propiedad, argumentando haberla comprado”, recuerda Ahumada, sobre el mal momento vivido el 14 de abril del año pasado.
El campo está en esa familia desde el año 1962. Ahora, tras un año de espera por la resolución judicial, el 26 de abril volvió a ellos.
El productor brinda más detalles sobre historia. “Tengo 40 años, dos hijos y soy un federado de la provincia de Córdoba y productor ganadero en Los Gigantes. Me dedico a la cría, vacas especialmente. En abril del año pasado, en plena pandemia, me avisaron que buscaban usurparme el campo. Inmediatamente me acerqué a mi propiedad y veo la entrada de gente con camiones, y con un tipo a mano armada que me quiso increpaba, amenazándome”, se lamenta por la violencia de los hechos.
Pero ese lamento inicial, por cómo unos desconocidos se quedaban con el campo que había comprado su abuelo, Onies García, hace 60 años, se convirtió en agradecimiento al acompañamiento y asesoramiento de Federación Agraria Argentina, con quien consiguió la restitución.
“En esta zona tenemos problemas de planos, de titulación. El Estado provincial no lo resuelve, pero anualmente nos cobra los impuestos”, advierte ya que, además de seguir pagando, “mi campo quedó con una medida judicial de no innovar, debido a la situación de la usurpación y cómo se fueron dando las cosas en ese momento, todo este año no trabajé allí”.
Además también tuvo faltante de animales y no pudo cumplir con el acorde calendario sanitario de la hacienda.
“Frente a algo así, mi mensaje es nunca bajar los brazos. Pedir apoyo a las instituciones, que el productor se comprometa y que participe, porque lo que es de uno, es de uno”, dice.
Para concluir sostiene que atravesó un año duro, con mucha frustración a nivel familiar porque, para el productor, el campo es su forma de vida y le quitaron esa posibilidad.
Por su parte, la persona que usurpó el establecimiento fue imputado por ese delito y por amenazas calificadas.
“Hoy puedo decir que ha sido una batalla lograda”, se tranquilizó.