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Una política moderna de producción de carnes

Una propuesta para recuperar la producción de carnes bovinas, ante la caída de la Argentina en el ranking de exportadores. 

infocampo

Al inicio de 2013 nos sorprendió la información que exportaremos solamente un 7% de la carne vacuna que producimos, mientras Brasil, Uruguay y Paraguay exportaran cada uno más carnes que nosotros. 

Una marca registrada como es la carne argentina en el mundo por la calidad, la estamos regalando por falta de una política de Estado moderna de producciones de carnes, que nos permita adaptarnos a los nuevos escenarios  para poder abastecer mejor los mercados internos y externos con proteínas animales.

Esta performance totalmente negativa, está relacionada a las políticas económicas macro que le han quitado competitividad a todas las actividades para producir y exportar. La situación del sector ganadero se ve agravada, al tener 15% de derecho de exportación y soportar desde hace años todo tipo intervenciones discrecionales en el negocio empresario, que terminaron limitando las inversiones en la cadena pecuaria que necesita invertir a cinco años como mínimo.

Se ha cumplido nuevamente la premisa peronista de darle de comer carne barata al pueblo en general y aunque dejemos de exporta al mundo. 

Culturalmente la mayoría de nuestra dirigencia sigue pensando que el país tiene que ser exportador de saldo. Mientras nosotros implementamos estas políticas, Brasil, Uruguay y Paraguay, nos superaron como exportadores confiables en cantidad. 

Cuándo se consulta a la dirigencia de dichos países cómo lo hicieron, la respuesta es automática: gracias a los horrores cometidos por ustedes y a la visión estratégica de nuestros empresarios y funcionarios que miran hace mucho tiempo el mundo de otra manera.

¿Cuál sería la alternativa para cambiar nuestro sistema de  producción? Que nuestra dirigencia cambie lo que viene haciendo hace 60 años y promueva las  políticas de Estado que necesita el sector para darle previsibilidad a quien invierte. La base principal de dichas políticas, sería definir el marco institucional mínimo que permita aumentar la producción y exportación de proteínas animales en forma sostenible, para poder abastecer simultáneamente el mercado interno y la creciente demanda global. 

El desafió de nuestra dirigencia es demostrar que cuando mayor cantidad exportemos, mejor vamos a abastecer el mercado internos en calidad y en precio. 

No tienen que seguir defendiendo una propuesta de producción de carne vacuna aislada de las otras producciones. Tienen que  analizar que los grandes exportadores de carne vacuna son también importantes productores y exportadores de carnes de ave y de cerdo, transformado los granos en  proteína animal en los clusters regionales para optimizas los costos de producción y de comercialización. Esta acción completaría –granos + carnes-  si se generaliza, es la base fundamental para promover un desarrollo moderno  en cada región del país, por medio del complejo agroindustrial junto a los otros sectores de la economía.

Entre algunas premisas para concretar un marco institucional puedo mencionar:

– Establecer por ley la prohibición al Estado de intervenir en el negocio empresario. Fue lo que hizo Uruguay para concretar la actual política de carnes exportando a los países de mayor poder adquisitivo los cortes de mayor valor y atendiendo el consumo interno con la “la barata” sin tener que reducir el consumo.

– Establecer por ley un único estándar sanitario para todas las plantas de faena. Transparentar el mercado de las carnes es un objetivo prioritario para que exista una sana competencia y vengan nuevas inversiones.

– Establecer un sistema mínimo de trazabilidad que responda a los estándares internacionales, profundizar las campañas sanitarias para estar libre de toda epizootia y desarrollar un sistema moderno para el bienestar animal desde el campo hasta la góndola.

– Establecer sistemas de comercialización por cortes, para aprovechar el 100% de la media res. De esa forma se atiende en forma competitiva las diferentes demandas por zona y poder adquisitivo, optimizando los costos de los fletes.

– Analizar y planificar la necesidad de reformular y relocalizar las industrias frigoríficas, según sean las nuevas zonas de producción como el NEA y NOA, entre otras. Una industria frigorífica muy atomizada tiene un alto costo fijo, que termina pagando productores y consumidores dicha ineficiencia.

– Promover un sistema de distribución de la cuota Hilton por licitación cuya principal condición debería ser que el frigorífico que licita tenga el aval de los productores que van a ser los proveedores de  los animales.

– Analizar el funcionamiento de un mercado a término, para poder arbitrar los  precios a mediano plazo entre quienes producen, comercializan y exportan. Con un volumen mayor de producción y exportación de carnes, sin la intervención del estado, es factible concretarlo para estabilizar el negocio a mediano plazo.

– Promover el aumento de la producción de cerdo y su consumo en  cantidades similares al pollo para poder aumentar la exportación de carne vacuna y arraigar a nuestros productores en explotaciones mixtas, en el marco  de un plan de desarrollo a largo plazo.

– Establecer un sistema universal para atender a los habitantes que están debajo de la línea de pobreza. Asegurarse de que todos puedan acceder a su cuota básica de proteínas. Pero esto no implica que haya  subsidiar la carne vacuna a los 40 millones de argentinos ni que la única proteína a consumir debe ser carne vacuna.

Conclusiones:

Una política de carnes moderna necesita estar incluida en un plan nacional de crecimiento y desarrollo, con una visión estratégica para el arraigo en todas las regiones del país. En este sentido, es fundamental integrar la producción de granos y de carnes, promoviendo su transformación en el lugar de origen. Dichas producciones no son antagónicas sino complementarias, agregan mano de obra y valor a las exportaciones. 

Hay que ponderar el desarrollo que tuvo la producción avícola con este gobierno, pero no es repetible ni debe continuar el sistema de intervención y subsidios, porque lo hizo a costa de muchas inequidades y frenar la producción del maíz que no superar 20 millones de toneladas por falta de rentabilidad. Sin derechos de exportación, sin subsidios e intervenciones discrecionales, en el  actual ciclo 2013 se hubieran logrado 40 millones de toneladas y la rotación de los cultivos estaría  agradecida para una mejor conservación de los suelos.

La meta no es volver a comer 72 kg de carne vacuna por persona. La meta es consumir 50 kg. o menos y complementar con carne de aves, cerdo o pescado. Cuando menor sea la cantidad de carne vacuna que se consume internamente, más importante serán los volúmenes de exportación, lo que le dará estabilidad al negocio. Cambiando la dieta de consumo por medio de una campaña de comunicación generalizada y un precio alto de la carne vacuna alejado de las otras carnes, podemos concretar la meta de exportar el 50% de la producción de carne bovina, aumentando nuestra producción por un mejor manejo y  mayor productividad de los rodeos. 

El año electoral sería el ámbito ideal para que la cadena pecuaria defina en conjunto una propuesta moderna y la presente a todos los partidos políticos para que sea tema de la campaña. Así, más rápido que pronto, se podría lograr el apoyo legislativo para recuperar el stock perdido y empezar a crecer nuevamente en nuestra exportaciones, aprovechando las condiciones ideales que nos presenta el mundo. 

Por Arturo Navarro. Consultor Agropecuario.

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