Las cadenas de las frutas de pepita como las cítricas vienen realizando enormes esfuerzos de inversión, año tras año, para tratar de afrontar a los cada vez más exigentes mercados internacionales con la mayor competitividad. Como ejemplo, basta citar en las manzanas y peras la renovación constante en variedades, la aplicación de nuevas técnicas agrícolas y de tecnología en los empaques, los modernos sistemas de conservación, con la creciente implementación de sistemas de atmósfera controlada y la construcción y administración de un puerto marítimo como el de San Antonio Oeste, especializado en el movimiento de frutas. En las frutas cítricas no es menor el trabajo desarrollado con las exportaciones de limones que han ubicado a nuestro país como primer productor y segundo exportador mundial, con un excelente trabajo que nos ha permitido incluso ingresar en Japón.
La solución ideal obviamente sería igualar tributariamente a ambos sectores. Otra solución podría ser la de considerar el desglose de los insumos utilizados para la exportación de frutas no cítricas en fresco, sea cajas, etiquetas, sunchos, pallets, bandejas, papeles, esquineros, etc., que componen el precio FOB y que no forman parte del producto final a consumir: peras y manzanas frescas. De esta forma, se equipararía el sector con los cereales y oleaginosas que sólo tributan sobre los granos.
Lo importante en todo esto es que los sectores frutihortícolas, sustento de las economías regionales, dejen de ser considerados como la cenicienta del campo y ocupen el interés y el lugar que merecen tener por el aporte que le brindan al país.
