Para que los cultivos puedan crecer en rendimientos y tener más herramientas para combatir las diferentes amenazas que enfrentan cada campaña, es fundamental el proceso de investigación y desarrollo (I+D) que llevan adelante compañías que hacen este trabajo “invisible”, pero que luego se ve a campo al momento de la siembra y la cosecha.
En Pergamino, uno de los principales polos de tecnología aplicada al agro de la Argentina, AgIdea forma parte de este grupo de empresas que tienen a la ciencia como norte para lograr producir más alimentos, con la mayor calidad posible y el menor impacto ambiental.
“Somos parte de la ciencia que no se ve detrás del agro”, resume Gonzalo Grigera, un ingeniero agrónomo que, junto a su colega, Mariano Battista, fundaron esta compañía hace 15 años, y recorrieron un camino de permanente innovación y crecimiento hasta posicionarse como una firma modelo, no solo en Argentina sino a nivel regional e internacional.
“Conducimos proyectos de investigación que en general implican distintos tipos de experimentos en nuestras Estaciones Experimentales de campo, invernaderos y laboratorios. Además de Argentina, tenemos operaciones en Uruguay, Paraguay y Estados Unidos, donde atendemos cinco Estados del cinturón maicero norteamericano desde nuestra base ubicada en el estado de Missouri”, agrega Grigera.
Entre otras cosas, eso les permite hacer trabajos a contraestación: cuando están cosechando en Argentina, siembran en el Hemisferio Norte y así se aceleran los tiempos de lanzamiento de nuevos productos.
Análisis de calidad
Uno de los puntos fuertes de AgIdea son sus cinco laboratorios en los que se testean todas las tecnologías que se usan a campo: uno de química analítica, otro de entomología, uno de microbiología, otro de biología molecular y otro de tratamiento de semillas.
El de química analítica se distingue por ser una subunidad dentro de la empresa, denominada AgIdeaLabs: tiene equipamiento específico, que permite hacer análisis de residuos de fitosanitarios en cantidades muy pequeñas en distintas matrices o productos del agro, como granos o verduras.
“Ese es el trabajo que después deriva en las indicaciones de los marbetes sobre cómo deben utilizarse los fitosanitarios de manera segura y cuáles son los tiempos de carencia que hay que respetar para no superar los límites máximos de residuos (LMR)”, explica Grigera.
Ese laboratorio ya contaba con la norma de calidad Buenas Prácticas de Laboratorio (BPL), auditada por el Organismo Argentino de Acreditación (OAA), y ahora la novedad es que el 6 de agosto obtuvo una nueva acreditación, también por parte del OAA, de una norma de alcance internacional: la ISO IEC 17025:2017.
“Es la norma que en general requieren los mercados de exportación de Argentina para habilitar los embarques. Es un paso muy importante para nosotros porque nos permite insertarnos en la industria exportadora”, remarcó Grigera.
El ingeniero también rescató que todos estos logros son gracias a un equipo de más de 100 personas con altísima formación profesional, que permite mantener el foco en la misión de la empresa que es, por medio de la ciencia y la inversión en I+D, ayudar a las empresas de tecnologías agrícolas a acortar los tiempos de lanzamiento de sus innovaciones. Pero también incorporar nuevos servicios, como los análisis de residuos de AgIdeaLabs para el mercado de alimentos, aprovechando sinergias en recursos y equipamientos.