El aumento del precio del petróleo plantea sin duda un nuevo escenario. Promoverá el desarrollo de nuevas formas de energía de mayor costo, pero de menor poder contaminante, solar, eólica, mareomotriz o a partir del hidrógeno. Se potenciará el uso de fuentes de energía renovables, como las derivadas de cereales y oleaginosas como el biodiésel y el etanol.
El barril de petróleo subió internacionalmente un 84% en dos años, desde u$s26 en septiembre del 2002, a 48 en agosto del 2004.
Nuestro país, que tiene autosuficiencia en materia energética y es un exportador neto en la actualidad, también se verá favorecido por los ingresos derivados de sus excedentes exportables a mayores precios.
Todo lo anterior es conocido, pero para nuestro país presenta una faceta novedosa y altamente favorable. El aumento sustancial del petróleo ha encarecido los fletes marítimos hasta niveles insospechados un año atrás, y tampoco está dicho que esta escalada vaya a detenerse a largo plazo.
Como contrapartida, y descartando el período de precios altos entre octubre del 2003 y mayo del 2004, atípicos por la extrema sequía de los EE.UU., los precios del maíz y el trigo bajaron entre el 2002 y 2004 un 16 y un 20%, respectivamente, sólo la soja conserva un aumento del 10% en igual período.
Las principales materias primas que exporta la Argentina pueden o no procesarse en origen, y derivan en la elaboración de productos y subproductos. Así, del trigo se obtiene la harina y el afrechillo de trigo; del girasol el aceite y el pellet de girasol; de la molienda seca del maíz se obtienen la harina de maíz y subproductos, como el afrechillo de maíz.
Hasta hace poco, con fletes marítimos baratos, los subproductos mencionados se podían exportar hacia Asia, Africa y Europa. Entre el pellet de afrechillo de trigo y el pellet de cáscara de soja totalizarán un volumen superior a los dos Mt en el 2005.
Hoy existen en nuestro país materias primas, como el pellet de cáscara de soja, cuyo precio es inferior a su costo de transporte a Rotterdam, algo similar está ocurriendo con el pellet de afrechillo de trigo y con menor intensidad con el pellet de girasol. Estos últimos han sufrido una disminución de sus precios del 30% en dos años. En particular el precio del pellet de cáscara de soja disminuyó de u$s85/t en el 2003 a 40 en la actualidad.
A partir del encarecimiento de los fletes, los subproductos de bajo valor en relación a los productos se tornan altamente costosos en los países de destino y dejan de ser exportables, con la consiguiente baja de sus precios en los países productores. Históricamente el 90% del pellet de girasol se exportaba, este año a partir de la suba del petróleo este porcentaje se reducirá a sólo el 60% respecto del 2003.
Esto tiene un doble efecto positivo para nuestro país, nuestros competidores del exterior no tendrán materias primas baratas para alimentar a sus animales y nuestros costos de producción a partir de dichos subproductos serán irrisoriamente bajos. En consecuencia, deberán recurrir a países como el nuestro, no para comprar materias primas baratas, sino el producto terminado, y con mucho más valor agregado.
El desiderátum de todos los economistas, exportar valor agregado, dejará a largo plazo de ser una opción. Sin duda, mermará la producción de las vacas holandesas, los cerdos daneses y españoles, los tambos italianos, la producción aviar del sudeste asiático y se beneficiarán nuestros productores de huevo en polvo, pollos congelados, chacinados, carne, leche en polvo, quesos y todo el universo de manufacturas de origen agropecuario que no dejarán de crecer, en proporciones no imaginadas.
Disminuirá el comercio mundial de granos y subproductos para alimentación animal, de bajo valor unitario, y subirán mucho más las exportaciones de productos elaborados. Las exportaciones de productos lácteos llegarían este año a los u$s500 millones.
La recomposición de los stocks ganaderos sólo será posible en el mediano plazo; sin embargo, las producciones avícola y porcina pueden incrementarse mucho más rápidamente. Las exportaciones de pollos congelados aumentarán durante el 2004 el 70% en relación al 2003, llegando a u$s210 millones.
Las multinacionales hace tiempo lo anticiparon, no en vano la molienda de soja instaló en las factorías exportadoras del río Paraná, incluidos los chinos con la empresa Noble, Arcor, Dreyfus, Bunge, Cargill que no casualmente comprara Finexcor para entrar en el negocio de la carne, ni es un hecho aislado el aumento de las exportaciones de productos lácteos.
Todo lo anterior aparece con toda su crudeza a partir del retorno de los valores de cereales y oleaginosas a sus valores históricos.
Entre nosotros y los consumidores del exterior existe, a partir del aumento del petróleo, una barrera insalvable de elevados costos de transporte, que sólo tiene solución por la vía de la exportación del producto terminado.
Tal vez dentro de poco podamos volver a ser no ya el granero del mundo sino su hipermercado.
Santiago E. Gallo Llorente
Especial para Infocampo
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