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Un hobby productivo: Marcelo, el contratista de Rancagua que cosecha trigo con una máquina de 1960 - Infocampo
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Un hobby productivo: Marcelo, el contratista de Rancagua que cosecha trigo con una máquina de 1960

La pasión por preservar su propia historia familiar lo llevó a comprar una vieja cosechadora, similar a la que su padre había adquirido en la década del 50, para brindar servicio de cosecha en el norte bonaerense. Marcelo Malacalza revive su recuerdo imborrable, cuando siendo niño jugaba a ser contratista arriba de una Senor B3.

Lucas Mich
Por Lucas

Redactor en Infocampo.

En un inmenso galpón de la localidad bonaerense de Rancagua, al norte de la provincia, la línea del tiempo se debate entre el pasado y el futuro, conviviendo silenciosa con los sueños del presente, pero con los recuerdos imborrables de una familia que creció al ritmo del campo.

Allí, una cosechadora Senor B3 inmaculada espera el instante propicio de cada año para salir a la cancha, al lado de una Challenger que, por supuesto, en la actualidad tiene mucha más actividad, aunque su destino final correrá la misma suerte que la Senor en el futuro.

Los Malacalza se dedicaron toda su vida al digno trabajo del contratista, como tantos “gringos”  que dejaron su huella en esta querida pampa, “orgullosamente” argentina.

Marcelo Malacalza quiso revivir su propia historia y no dejó pasar la oportunidad en el año 2014, cuando, luego de una búsqueda incansable, compró una Senor B3 para homenajear a su padre, Oscar Abel Malacalza y a su tío Francisco Scarfó, quienes con su abuelo pusieron en marcha una actividad que hasta ahora es el sostén de la familia.

“Haber comprado la Senor B3 modelo 1960 fue cumplir un sueño personal. Porque desde siempre tenía la esperanza de llegar a grande y poder manejarla. Recuerdo que desde niño subía a la máquina a jugar y mi mente imaginaba que cosechaba en el campo. Sin embargo, ese sueño no lo pude conquistar en ese momento, pero lo hice en el año 2015, cuando la hicimos debutar en el trigo”, dice el contratista de Rancagua sin disimular la emoción.

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Tras varios años de búsqueda, la máquina fue comprada por Marcelo en Carmen de Patagones, la ciudad más austral de la provincia de Buenos Aires, a un productor que la tenía guardada y en perfectas condiciones.

“Venía de funcionar en la campaña 2013, donde la utilizaron para recolectar semillas de pasturas. Le pregunté cuánto pedía y me dijo que estaba necesitando un cincel de 9 púas. Yo tenía uno en el campo y no dudé en hacer el negocio; al fin y al cabo la compré en canje”, sonríe Marcelo.

UNA COSECHADORA PARA NO OLVIDAR LA HISTORIA

En cada campaña triguera, la Senor B3 de los Malacalza sale al ruedo para continuar dando batalla y exponerse con orgullo ante las gigantescas cosechadoras actuales las bondades de la industria nacional de antaño.

“Es una clasificadora; la limpieza que desarrolla esta máquina no se compara con ninguna cosechadora actual”, cuenta convencido el entrevistado.

No hay dudas de que desde el cielo, su padre, que llegó a tener 3 Senor B3, aplaude el gesto de Marcelo, quien les transmite a sus hijos la pasión por los fierros.

Mi hija más chica ya la manejó en el trigo. Para mí eso fue tocar el cielo con las manos”, asegura con alegría el entrevistado.

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La modesta cosechadora antigua recibe el cariño de la familia cada vez que los Malacalza ingresan al galpón, mientras espera que el trigo vaya tomando color y poder hacer algunas hectáreas.

Es imposible no emocionarme cuando la manejo, sentir el silbato que en aquellos tiempos sonaba pidiendo más bolsas para continuar llenando o para ponerle fin a una extenuante jornada de trabajo”, dijo Marcelo.

Además, el contratista cuenta que cuando trajo la máquina en un carretón desde Carmen de Patagones, lo primero que hizo fue mostrársela a su tío, que hoy tiene 92 años, orgulloso por la compra que había realizado.

“Observé que se mantenía mirándola en silencio; imagino que recordando sus años de trabajo junto a mi padre. En un instante salió caminando para el interior de su casa y me di cuenta de que no aguantó el llanto”, reflexionó Marcelo, quien fue más allá: “Vi en su rostro lo mismo que hubiera sentido mi papá si le tocaba presenciar ese acontecimiento”, asegura con voz quebrada.

UN MODELO IMBORRABLE

La Senor B3, fabricada en San Vicente, Santa Fe, fue el modelo más exitoso de la firma que lideraban en aquellos años Juan y Emilio Senor. Se trató de una cosechadora automotriz que se fabricó aproximadamente hasta el año 1970.

Contaba con un motor industrial de bajas revoluciones, junto con un embocador en la parte superior, que ayudaba a embocar cereales húmedos o en mal estado de trilla, toda una tecnología para la época.

La historia de la primera cosechadora de Sudamérica, que se fabricó en Argentina

En el caso de la cosechadora de los Malacalza, es una unidad que cuenta con un motor Perkins 6 original. Vale aclarar que este modelo histórico fue lanzado con varios motores. Venían con Internacional Continental, Volvo Penta naftero, Buda Henshel, Perkins L4 y P6, Ford Thames, Mercedes Benz y Someca. (Dato: “Reinas Mecánicas” de José Barrales).

Por otra parte, Senor tuvo siempre un sistema de muy buena calidad de trilla, no tanto así del rendimiento de la máquina, ya que este modelo circulaba a unos 3 km por hora, algo totalmente obsoleto para los tiempos que corren.

Para su fabricación, Senor tuvo que recurrir a diferentes métodos para poder cumplir con sus clientes, debido a que la Segunda Guerra Mundial le complicó el suministro de piezas y repuestos. Finalizado el conflicto, en 1953 Senor fabricó 145 unidades B3 (de las cuales 22 quedaron sin motor por dificultad en la importación), 107 recolectores y 27 cabezales girasoleros.

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EL ORGULLO DE LA PRIMERA MÁQUINA

Como ocurrió con decenas de familias ligadas al campo, los Malacalza vivieron en carne propia el momento en que lograron tener su primera cosechadora 0km.

Fue en el año 1951 cuando el abuelo, el tío y el papá de Marcelo obtuvieron un crédito en el Banco Nación y, antes de ser otorgado, la fábrica Senor los llamó para que vayan a retirar su nueva Senor B3 que ya se encontraba preparada en San Vicente para emprender camino hacia Rancagua.

“Mi papá me contó que viajaron a la fábrica en colectivo y trajeron la máquina circulando. En esa época no existían los carretones. Es decir que tuvieron que afrontar los 350 kilómetros que nos separan de San Vicente manejando la Senor B3”, relata el entrevistado, recordando que a mitad de camino los encontró la noche.

 

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“Me contaron que los encontró la noche; se detuvieron al costado de la ruta y durmieron abajo de la cosechadora. Al día siguiente se levantaron temprano y siguieron viaje a Rancagua. Es una historia que las nuevas generaciones no te la creen”, dice sin miedo a equivocarse Malacalza.

No hay dudas de que estos acontecimientos son el fiel reflejo de un tiempo que se fue, pero que quedan grabados en las retinas de los que quedaron. Incansables luchadores de la patria, que hoy son los encargados de transmitirles las vivencias de aquellos años dorados a las nuevas generaciones, a quienes les toca transcurrir un presente más sencillo, pero con las mismas ganas de aquellos héroes que hicieron grande a la Argentina.

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