En las áreas protegidas se aplican diferentes estrategias para gestionar los recursos naturales y conservar la biodiversidad. Muchas de estas prácticas están basadas en investigaciones científicas que aún se encuentran en debate, como la utilización de la ganadería para mantener la diversidad biológica, informó el Servicio de Prensa y Divulgación Científica y Tecnológica, Sobre la Tierra.
Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) contribuye a esta discusión comparando tratamientos de larga data: 40 años de exclusión de vacas en el Parque Nacional El Palmar y, al menos, 15 años de pastoreo moderado en el Refugio de Vida Silvestre La Aurora del Palmar. Ambas se encuentran en la provincia de Entre Ríos a menos de 5 kilómetros de distancia entre ellas.
“Desde 2012 venimos comparando los efectos de esas dos alternativas de manejo con respecto a la diversidad botánica”, contó la licenciada en Ciencias Ambientales, Lucía Mochi, docente de la Cátedra de Métodos Cuantitativos de la FAUBA. “Obtuvimos resultados interesantes con algunos valores inesperados, en un estudio dirigido a palmares con una densidad de unas 200 palmeras por hectárea”, agregó.
Durante dos campañas, los investigadores de la FAUBA censaron diez parcelas de características ambientales homogéneas en cada área para estudiar los efectos del ganado: “La diversidad global para el tipo de palmares analizados en el Parque Nacional fue casi un 30% mayor que en el Refugio La Aurora”, destacó Mochi.
La ganadería en el Refugio de Vida Silvestre, pese a ser moderada, cambia la estructura del ecosistema: “En el Parque Nacional se observa un estrato arbustivo muy claro junto con las palmeras y los pastos, mientras que en la Aurora solo están estos últimos dos. Esta ausencia es producto de los animales que se alimentan de ciertas especies nativas, como arbustos y subarbustos, que no logran recuperarse”, afirmó Mochi al sitio de divulgación científica Sobre la Tierra.
Por otro lado, esta práctica abre las puertas de la Aurora a la presencia de más especies exóticas: “Además del constante disturbio que causa el ganado en la vegetación nativa, la falta de arbustos y subarbustos posibilita que prosperen especies de pastos anuales exóticos”, resaltó William Batista, quien junto a Fernando Biganzoli, ambos docentes e investigadores del Departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información de la FAUBA, formaron parte del equipo de trabajo.
No obstante, advirtió: “El ganado también limita el avance de los árboles de los bosques de ribera sobre la sabana, por lo que podría limitar la aparición de árboles invasores, como el paraíso o el ligustro, que son un problema frecuente en la conservación de estos ecosistemas en áreas protegidas”.
Estos resultados, junto con otras investigaciones publicadas anteriormente, hacen reconsiderar a la ganadería como un agente de conservación, pero al mismo tiempo la valoran como una alternativa, en el contexto productivo dominante: “Ante el avance de la agricultura o la forestación sobre grandes superficies, la ganadería es una buena opción, de poco impacto. En este sentido, resultan de especial relevancia las áreas protegidas privadas que llevan a cabo manejos rotativos y moderados, como La Aurora. De todas maneras, esto no significa que tengamos que manejar con ganadería áreas protegidas de categoría de Parques Nacionales, sin ahondar en sus efectos”, advirtió Batista.
Estratos y extrapolación
La reserva “La Aurora” administra su superficie con el asesoramiento de la Fundación Vida Silvestre, la Alianza del Pastizal y Aves Argentinas. Actualmente combina técnicas de producción con conservación: forestación, citricultura, verdeos y montes de nueces de pecan, con la presencia tradicional de la ganadería.
El manejo basado en la rotación del pastoreo de baja carga pretende conservar los diferentes ecosistemas que también son fundamentales para poblaciones de aves. Por otro lado, estas cargas no permiten el crecimiento de un conjunto de arbustos y subarbustos ya que no soportan los efectos de los animales introducidos por los humanos.
“En la Aurora dominan algunos pocos pastos, debido principalmente a que son más hábiles en recuperarse de los efectos del ganado. En cambio, en el Parque Nacional El Palmar, a pesar de que los pastos son menos abundantes a escala de parcela, la riqueza es mayor a escala global”, destacó Mochi.
Al subir estratos, la biodiversidad que aportan los arbustos y subarbustos del Parque Nacional, junto con la mayor riqueza de pastos y las imponentes palmeras yatay (Butia yatay), convierten a este área protegida en un ecosistema único.
Sin embargo, las investigaciones y debates que se desarrollan en el Parque Nacional pueden enmarcarse en un plano más amplio: Existen casos en los que ciertas cargas de pastoreo tienen efectos positivos en la biodiversidad a escalas pequeñas pero al tomar superficies más grandes cambia.
Esta consideración es importante en la generación de propuestas de manejo por la importancia y extensión de los ambientes estudiados: 8500 ha el El Palmar y 1090 ha de La Aurora. “La utilización de relaciones directas entre escalas y entre sitios diferentes puede llevar a estimar efectos erróneos”, dijo Batista.
En otras regiones templado-húmedas del mundo existen sabanas similares a las de Entre Ríos de alto valor para la conservación. Encontrar un único manejo “correcto” aplicable a todas no parece posible: “Contextos diferentes requieren manejos diferentes. Es por ello que también es fundamental la conexión constante entre la administración de las áreas protegidas y la comunidad científica”, finalizó.