La euforia, el compromiso, la responsabilidad, la desazón, la angustia, la alegría, el compañerismo, la esperanza, la bronca, el análisis, el conocimiento, la culpa, el cansancio, el encuentro y el reencuentro, todas experiencias vividas en pocas horas de un solo día.
Concurrimos algunos como hasta ahora sucede a defender lo de muchos. Viajamos hacia La Plata con una sensación de solo cumplir con nuestro deber. Deber hacia nuestros representados, hacia nuestros pares, hacia nuestros padres, hacia nuestros hijos, hacia nosotros mismos. Fuimos con una sonrisa disminuida, sabiendo que no podríamos parar lo que se venía. Al llegar encontramos las caras queridas de aquellos que desde todos los puntos de la provincia incluyendo a algunos santafecinos que entienden y no niegan lo que sucede, que concurrimos una vez más a hacernos escuchar. Allí no hay cargos, no hay jinetas, estamentos sociales ni envidias. Allí solo se encuentra amistad bien entendida, compañerismo e ilusión, si ilusión y es cuando se vuelve a encender la llama. Es cuando los pequeños grupos logran a veces las grandes hazañas. Es cuando el corazón puede más que la razón y los Davides derrotan a los Goliats.
Antes del mediodía y habiendo encontrado cualquier posibilidad de entrar a la legislatura bonaerense cerrada y fuertemente custodiada encontramos el hueco y entramos. Una vez allí y cara a cara con los jóvenes idealistas que en realidad son ideologizados comenzó la puja. Allí la ley no existe porque el vicegobernador la ha desterrado y vale todo. Es así que nuestras mujeres con todas las letras fueron golpeadas y empujadas sin ningún tipo de distinción al género masculino. Es así que solo unos pocos ruralistas lograron ingresar y expresarse.
La cámara de senadores cumplió con su deber nacional y popular y despachó rápidamente el paquete legislativo. Entonces se hizo presente la desazón y la desilusión. Pero el corazón sigue latiendo y la nueva embestida se hace escuchar y es ahí cuando la derrota era casi completa cuando renace la esperanza. La cámara de diputados no logró entregar la cabeza de tantos productores rurales a la guillotina del gobierno nacional y nos entregó un nuevo respiro.
Es aquí donde renace la esperanza y recomienza el trabajo de hacerle entender a tantos otros pares que pronto perderán sus campos, ellos sus padres y sus hijos. Lo perderán porque no se movieron, porque no perdieron un día de su producción para salvar todo su futuro. Han venido por todo, es verdad y si todos no nos involucramos en defender lo nuestros se llevarán todo sin dejarnos absolutamente nada.
Por Santiago Telleria. Presidente de la Sociedad Rural de Azul*