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Trigo: “Es el precio, estúpidos”

Sería bueno que el oficialismo en vez de seguir devanándose los sesos pensando soluciones complicadas para el cereal, se entere que en el mercado del trigo no hay secretos, y que el mejor incentivo es la renta.

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Desde que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, puso sus manos interventoras sobre el mercado triguero en 2006 vimos cómo la superficie del cereal se derrumbaba en forma estrepitosa hasta alcanzar, en el ciclo pasado, la peor superficie en 111 años. Un auténtico fracaso para el funcionario que se vanagloria, a lo Luis XIV de que “El mercado es él”. Y una prueba más de que las políticas intervencionistas extremas no funcionaron en el totalitarismo ruso y menos lo harán en el convulsionado siglo XXI, mal que le pese a Moreno y a la diputada oficialista Diana Conti, admiradores reconocidos de esas políticas.

La brutal caída del trigo no pasó desapercibida a los ojos del oficialismo, que en vez de deshacer la maraña de controles inútiles que sólo sirvieron para engrosar los bolsillos de las exportadores multinacionales de CIARA-CEC, se lanzó a la búsqueda desesperada de soluciones mágicas para recuperar la superficie. Así vimos pasar el Trigo y Maíz Plus de 2008, que nunca se tradujo en la baja de retenciones prometidas, y la devolución de retenciones a pequeños productores de trigo de 2010, otro ítem más que los pocos crédulos que creyeron en la medida siguen esperando cobrar. Y mientras tanto, el trigo siguió cayendo. Otro incumplimiento suponemos que pasará con la devolución de retenciones anunciada por la Presidenta el pasado lunes. Nadie en su sano juicio en el sector cree que el trigo renacerá gracias a esta promesa. Si lo hace, será por virtudes del precio o de la ecuación económica productiva conveniente en el momento.

Sería bueno que el oficialismo en vez de seguir devanándose los sesos pensando soluciones complicadas para el cereal, se entere que en el mercado del trigo no hay secretos, y que el mejor incentivo es la renta. “Es el precio, estúpidos!”, diríamos, parafraseando una famosa frase sobre la economía acuñada en la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992. La clave es, pues, que el productor pueda recibir el precio lleno del cereal y que pueda comerciarlo cuando se le antoje, cosa que no sucede desde 2006.

Volviendo al anuncio del pasado lunes, se nos ocurren miles de interrogantes que se plantean ante el mismo, y que seguramente están en este momento en la cabeza de miles de productores. Para empezar, si la devolución de las retenciones será en montos en pesos actualizados por inflación o en dólares. Y ¿habrá exigencias especiales para cobrarlo, como estar en alguna cámara filo kirchnerista, ser pequeño productor, tener la soja y el maíz vendidos?. Por otro lado, ¿no es de dudosa seriedad que los fondos del fideicomiso los administren quienes se quedaron con la mayor porción de rentabilidad del cereal entre 2006 y 2012 (las empresas de CIARA y FAIM) y una cámara de productores de jovencísima trayectoria como Capeco? Otro tema es qué pasará si al momento del cobro de las retenciones no hay caja. ¿Patearán el cobro hacia adelante como con el IVA? ¿Pagarán con un bono? ¿Lo aplicarán a cuenta de ganancias u otro impuesto? Otra cuestión no menor es si se va a cumplir, como ya planteamos en párrafos anteriores. El antecedente más famoso (aunque no el único) de esto es el programa Trigo Plus, que decía que por cada millón de toneladas extra de trigo y maíz producidas se bajaba 1 % de retenciones, pero nunca se cumplió.

Y al final, pero no menos importante: ¿Aparecerán productores truchos para cobrar, como pasó con decenas de feed lots truchos que cobraban los subsidios de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario?. De ser así, habrá menos plata para pagar por tonelada a los productores verdaderos.

En síntesis, el anuncio del pasado lunes deja demasiadas dudas y pocas esperanzas para el productor que desea producir trigo y no fundirse en el intento con precio intervenido e imposibilidad de vender. Por que como ya dijimos, la única vía para devolverle certeza y crecimiento al cereal no es otra que permitiendo a los productores recibir el precio lleno, sin intermediarios, controles, cuotas de mercado ni fideicomisos de por medio.

Por Jorge Chemes, diputado nacional UCR y productor

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