En el contexto de un plan estratégico para competir con vinos en los mercados internacionales, el Programa Alimentos Argentinos de la Secretaría de Agricultura (SAGPyA) y el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) aspiran a lograr exportaciones de 2.000 millones de dólares para el año 2020, superando progresivamente los 300 millones de dólares del 2004.
Más que una expresión de deseo, este plan está estipulado por la Ley Nacional 25.849 que lo implementa y un convenio SAGPyA, IRAM e INV, que facilita la organización de cursos sobre Buenas Prácticas, Puntos Críticos de Control y Trazabilidad en Bodegas, en el que participan principalmente productores de uvas, gerentes de calidad y especialistas informáticos de las propias empresas.
Los entendidos afirman que, sobre las actuales reglas del negocio, las auditorias de los compradores extranjeros estimulan a las bodegas a buscar mecanismos que autentiquen la sanidad y calidad de los varietales.
El punto está en que primero se busca asegurar la inocuidad del producto, conociendo, por ejemplo, el origen controlado de las uvas, la higiene de las fincas, los controles documentales sobre el seguimiento de toda la producción y, en especial, la veracidad y la autenticación de lo que se afirma en la etiqueta.
En segundo lugar, la calidad, donde juegan las prácticas enológicas sobre las esencias e insumos que utilizan, así como la calidad del corcho que puede influir en cambios de sabor. “Los puntos en donde se detienen los compradores señalan la necesidad de identificar los peligros asociados que pudieran ocurrir, y la manera de aislar rápidamente del mercado un posible lote de productos afectados”, afirma Alejandro Marianetti, a cargo del Programa de Trazabilidad de Vinos, del INV en Mendoza, y concluye: “Los importadores ingleses, por ejemplo, se detienen más en la documentación manual que garantiza el trabajo de los operarios y jefes de áreas, que en el funcionamiento de los sistemas informáticos”.
La realidad es que pocas bodegas trabajan sólo con uvas de viñedos propios. Las reglas de juego, cada vez más competitivas, hacen que las nuevas tecnologías en vinos jóvenes pongan en jaque la credibilidad de los más añejos y sofisticados.
Sólo la verdad
Si bien los controles oficiales del INV y del SENASA cuentan con registros sobre la Certificación Orgánica o Denominación de Origen Controlado (DOC) y la Identificación Geográfica (IG) -entre otras-, las certificaciones internacionales determinan la credibilidad sobre calidades en la producción de vinos.
La implementación de las normas EUREPGAP en fincas o la certificación de orgánicos y la distintas ISO (9000, 9001 y 22.000) garantizan los procedimientos efectuados por las bodegas y los viñedos.
Marcela Gimeno
Autora de guías de trazabilidad de alimentos argentinos
Especial para Infocampo