Analizaremos aquí dos equipos de igual potencia para aclarar algunos conceptos muy importantes a la hora de hacer un uso eficiente de la potencia de un tractor.
El primer término que se debe aclarar es el de potencia. Si bien los valores son iguales, en el caso del automóvil la misma se valora en relación a su velocidad máxima y el tiempo en que tarda en llegar a la misma “aceleración”. En el tractor, en cambio, se valora su capacidad de tracción a velocidades relativamente reducidas.
Empezaremos entonces a comparar los elementos fundamentales de cada máquina.
Motor. Por eficiencia y precio indudablemente la opción en los tractores es el diésel. En el motor del tractor su potencia se incrementa con la reducción del régimen, ofreciendo durante determinado rango de régimen de funcionamiento lo que se denomina comercialmente como potencia constante.
Los automóviles en cambio tienen su potencia máxima coincidente con el máximo régimen y la misma se reduce en forma constante a medida que se reduce la velocidad del motor.
El régimen al cual se obtiene la potencia máxima habla por sí solo, mientras que en un automóvil de alta gama se logra a 6.000 rpm, en el tractor se produce a las 2.100.
Transmisión. Al tope de la evolución tecnológica automotriz se encuentran las cajas secuenciales. Las prestaciones de estas cajas son sorprendentes. Las relaciones de transmisión varían de 3,8 a 1 en la primera, hasta 0,9 a 1 en la quinta.
Los tractores de mediana y alta potencia pueden ser equipados con cajas tipo powershift de 18 o más relaciones de transmisión, con las cuales se logran velocidades de avance comprendidas entre los 2 y los 40 km/h a un régimen del motor cercano a las 2.200 rpm. Estos sistemas tampoco poseen un embrague y con una palanca tipo joystick se puede elegir la necesaria.
Conclusiones. Podríamos seguir analizando otras diferencias entre los tractores y automóviles de alta gama derivados de las funciones específicas para los cuales fueron diseñados.
En los motores pueden tener ventaja los autos e indudablemente los tractores son especialistas en sus complejas y robustas transmisiones, de allí la diferencia de precio a potencias equivalentes entre una máquina y otra.
Esperamos que estos comentarios ayuden a comprender las diferencias y a la vez respetar al conductor de esa “máquina”, a los ojos del automovilista lenta y pesada, pero responsable de la producción agropecuaria tan importante en nuestro país.
Fuerza y potencia
La fórmula básica de la potencia es “fuerza x velocidad”. Cuando la velocidad es muy alta la fuerza deberá ser muy pequeña, de allí el enorme esfuerzo que se pone en los autos modernos a fin de que mediante un adecuado diseño aerodinámico se reduzca la resistencia del aire. También el desarrollo de cubiertas radiales de muy bajo perfil y mayor diámetro contribuyen a reducir, en el caso del automóvil, la resistencia a rodar que engrosaría el factor fuerza.
Estos dos aspectos son centrales en el desarrollo de la nueva generación de vehículos, donde tanto el consumo de combustible como la cantidad de dióxido de carbono emitido a la atmósfera son tenidos en cuenta tanto por el mercado como por la legislación.
En el caso de las labores agrícolas, las velocidades están muy limitadas, y en el caso de transporte, no se superan velocidades de 40 km/h. Esta gran diferencia afecta en forma importante el diseño, comenzando por el motor y, fundamentalmente, la caja de transmisión.
Para el caso de los motores, en el automóvil el alto régimen es una ventaja para lograr las velocidades elevadas de marcha, y en los tractores, en cambio, un alto régimen complicaría aún más la difícil tarea que tiene la caja de transmisión.
Jorge Hilbert
Especial para Infocampo
