Nicolás Ardusso tiene 26 años, lo que significa que nació a fines de la década de los ’90 y vivió su primera infancia durante el estallido económico y social de 2001.
Un cuarto de siglo después, la realidad tiene muchas similitudes con aquellos momentos y otros de Argentina, crónicos, de alta inflación y la mirada puesta en a cuánto estará el dólar en las próximas horas.
En paralelo, probablemente crea que el campo argentino siempre tuvo retenciones, porque desde niño ha vivido con ese impuesto pesando sobre la producción agrícola nacional.
Esto es solo un panorama general para entender por qué Nicolás hace poco, y pese a su juventud, decidió involucrarse para encontrar soluciones y hallar un camino de bienestar como el que nunca vivió hasta ahora: se hizo concejal en la localidad de Cañada de Gómez, cargo que asumió a fines del año pasado luego de que otro edil renunciara para ser intendente.
Durante Agroactiva, fue premiado junto a su padre, su madre y una hermana como familia rural del año.
En entrevista con Infocampo, dejó las siguientes impresiones sobre por qué decidió llevar adelante este reto que lo obliga a, por la mañana ir al Concejo para cumplir su obligación ciudadana, y por la tarde realizar tareas en el campo.
-¿Por qué decidiste meterte en política?
-Fue un poco el hartazgo. En el campo siempre tuvimos problemas, con todos los ámbitos políticos. Desde que tengo memoria vivimos en crisis en Argentina y lo que pasó fue que un día dije: “nos seguimos quejando, pero nadie nos representa”. Y es lo más importante, porque ¿a quién le vamos a llevar las quejas, que por lo menos sepa algo del sector? Porque también muchas cosas que pasan son por desconocimiento y el campo está relegado. No sé si no se quiere ver o realmente no se ve su importancia. Entonces fue la idea de decir che, ¿por qué no empezar a participar? Pruebo, veo cómo es el manejo ahí adentro.
-¿Y qué encontraste?
-Nosotros pensamos que quizás es todo más rápido como en el sector privado y cuando llegas ahí te das cuenta que no. Pero bueno, quería saber cómo era y pasar de ser un mero espectador y quejarme, a decir “trato de ver si yo puedo, a esa misma queja y a la de toda la gente que me rodea, llevarla a una solución”. Así hoy tengo la posibilidad de ser concejal de mi ciudad, en parte representando el campo, y en parte también haciendo política de qué es realmente el campo y qué se puede hacer para incluir al campo en las decisiones políticas.
-¿Has podido presentar ya algún proyecto o tema vinculado al campo?
-En casi todos los municipios, el principal conflicto es la aplicación de fitosanitarios en el periurbano. Por suerte en mi localidad ya se trató hace bastante, y no hay motivos para modificarlo por el momento. Después no hay ningún proyecto específico para el sector, pero sí lo que estoy haciendo es, más que todo con la parte de Gabinete de producción, tratar de empezar a llevar políticas hacia el campo. Yo sé que desde el municipio no se pueden hacer políticas como de créditos o cosas así, pero sí tener una voz participativa en cuestiones como los consorcios de caminos rurales o tratar de generar iniciativas para que desde la Provincia hagan ripios, ahora que siendo concejal uno tiene la posibilidad de tener otros contactos.
-Sos quinta generación de productores familiares: ¿cómo se amalgama tu trabajo en política con tus tareas en el campo?
-La verdad que es un poco complicado combinar, la verdad, pero hago mañana en el Concejo y a la tarde me voy al campo. Ahora, por ejemplo, en época de siembra estoy arriba de la sembradora, así que trato de ir muy temprano al Concejo, sobre todo si hay que hacer algo en especial. Me ayuda que tengo a mi compañero de banca que está casi todo el tiempo ahí. Y después obviamente sí voy a todas las sesiones. Pero trato de estar en los dos lados lo máximo que pueda.
-En definitiva, entonces, tu mensaje es salir del hartazgo y ayudar a buscar soluciones.
-Sí, totalmente. Es difícil también porque por ahí lo que te harta también es todo lo de la política, porque hay mucha burocracia y cosas que no se pueden lograr rápido, acuerdos que uno tiene que hacer. Pero participar es la única forma de lograr cambios: por más que no nos guste la política, hay que agradecer que todavía vivimos en un país donde por ejemplo se respeta la propiedad privada, y esas leyes las hace la política. Entonces no nos queda otra.