Nahuel tiene 25 años y tiene una huerta en Pergamino, una zona agrícola por excelencia. En esta región del norte bonaerense, desde hace tiempo, se dedica a la producción y comercialización de verduras de estación frescas y saludables.
Junto a su esposa, cultiva diferentes variedades de vegetales que distribuye en comercios de su ciudad y también de manera particular en casa de familia, por pedido de sus clientes.
En su quinta, cuenta con poco más de 2 hectáreas, que tuvo que reducir por la sequía que atravesó esta región productiva durante las últimas tres campañas. Sin embargo la resiliencia forma parte de su vida y continuó con su trabajo a pesar de todo.
“La sequía nos complicó mucho en 2022 y tuvimos que generar ingresos en la familia con otras actividades. No obstante, con los pronósticos de este año, donde se avizoran mejores condiciones, las expectativas nos permite avanzar nuevamente con nuestro emprendimiento”, cuenta entusiasmado a Infocampo.
En su huerta, denominada Quinta La Carmencita, en honor a su abuela, señala que tiene en la actualidad zapallito de tronco, acelga, lechuga, berenjenas, ajíes, morrones, tomates, remolacha, repollo, entre otras verduras listas para comercializar.
“No es simple mantenerla, todos los días tenemos que estar al pie del cañón, no sólo con el riego contante sino también con el desmalezamiento, el control de plagas y el trabajo cotidiano que conlleva esta actividad”, dice el huertero de Pergamino, quien en el último tiempo tuvo que priorizar otro oficio por la crisis.
“Mi padre puso una chatarrería y yo me sumé al proyecto el año pasado cuando la sequía nos jugaba una mala pasada. Este año pienso ponerle más pilas a la huerta para no estancarme”, dijo convencido Nahuel.
SACRIFICIO CONSTANTE
En las distintas regiones se pueden apreciar buenos ejemplos que demuestran que el oficio de quintero sigue vigente y suma nuevos adeptos, apoyado en los cambios de hábitos alimenticios y en los vaivenes económicos.
Sobre todo, ofreciendo productos inócuos y saludables para una sociedad que cada día demanda alimentos con características orgánicas, naturales y con baja carga de pesticidas.
“Nací en un contexto familiar de productores quinteros. Mi vida transcurrió en ese ámbito, con lo cual mis conocimientos heredados de mi padre hoy me permite desempeñar esta actividad con alegría y un legado que sigue vigente”, destaca el entrevistado.
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Cuenta que a sus 17 años, mientras concurría a la escuela secundaria, en el último año de estudio, comenzó a ayudar a su Padre en la quinta, y fue en ese momento que la llama pasional por este emprendimiento se encendió.
“En ese momento la situación económica era mejor a la actual. El dinero valía y la quinta era rentable. Mi familia vivía de esto. Hoy, se complica bastante”, insistió Nahuel, quien además de ser huertero y trabajar en la chatarrería, es músico.
“Creo que se puede vivir bien siendo quintero. El secretó es no quedarse sin verduras. Para eso hay que manejar la escala de manera óptima. En mi caso, por la sequía, tuve que reinventarme y comenzar casi de cero. Espero que el clima acompañe en lo que viene”, advierte el emprendedor.
DUEÑOS DEL SURCO
Los quinteros existieron siempre, por decisión personal, laboral o alternativa en tiempos difíciles. Detrás de este trabajo que requiere de destreza, mantenimiento de la tierra, sembrado y regado de las semillas se esconde un oficio.
Afortunadamente, en los tiempos que corren, son muchas mujeres y hombres que no tienen prejuicios al momento de arremangarse, compenetrarse con la tierra y armar su modesta huerta en las ciudades del interior.
“En la quinta se trabaja bajo cualquier condición. Si llueve o hace calor hay que cumplir con los compromisos de los clientes. En mi caso, recibo pedidos de comercios que debo resolver sin importar el clima”, afirmó el entrevistado, exhibiendo el sacrificio que hace para cumplir con la demanda.
Vale recordar que años atrás, cuando las viviendas ocupaban grandes extensiones o en los mismos campos, era común ver la estructura de una quinta. Era como una “obligación” sembrar diferentes cultivos para alimentar la familia.
Sin embargo, en el último tiempo, el oficio de huertero retornó apoyado también en los cambios de hábitos alimenticios, la reconsideración de viejas tradiciones o simplemente por tener una “quintita propia”.