En materia de derribar mitos las mujeres son protagonistas estelares. Y el ámbito del campo, acostumbrado al dominio de los varones, no es la excepción. Por un lado, se suman cada vez más mujeres profesionales a las tareas agropecuarias. Al respecto, hace pocos días la Facultad de Agronomía de la UBA difundió el crecimiento femenino entre sus egresados, que ya alcanza al 30%, con unas 50 nuevas ingenieras agrónomas por año. Mientras que en la carrera de Ciencias Ambientales, que también se dicta en esa casa de estudios, la proporción de mujeres es aún mayor y llega al 70% de los alumnos. También en esa facultad el 60% de los trabajadores y el 70% de las autoridades son mujeres.
Pero la tendencia va más allá. Ahora también las mujeres se suben a cosechadoras, pulverizadoras y tractores. Es el caso de Silvana y Cheila, las hijas de Airton Winkelmann que, incluyendo el manejo de las maquinarias, lo acompañan en las tareas del establecimiento familiar ubicado en la localidad paraguaya de Iruña, en el departamento Alto Paraná que comparte la frontera con Misiones. El cultivo principal es la soja, que rotan con maíz y trigo. Y a la hora de la cosecha las hermanas Winkelmann no dudan en subirse a la TUCANO 470, la cosechadora CLAAS que la familia compró en 2014.
Cheila, que desde los 15 años se incorporó a las labores del campo -con lo que ya lleva acumulados 7 años de experiencia en sus funciones de operaria de máquinas de gran porte-, dice que “con las nuevas tecnologías todo es más fácil y el trabajo se hace mucho más sencillo y confortable, como ocurre con nuestra TUCANO”. Esta cosechadora cuenta con las principales cualidades de su hermana mayor, la LEXION. La máquina de origen Alemán cuenta con una plataforma de 30 pies de corte, motor Mercedes Benz de 326 HP y el sistema híbrido de cosecha.
Las hermanas Winkelmann explican que la máquina dispone de una regulación completamente automática desde la cabina, tiene monitor de rendimiento y humedad, y le ofrece al conductor un manejo confortable. “Todo esto nos facilita nuestra tarea, a la vez que logramos una alta eficiencia de cosecha que se traduce en la mayor rentabilidad de nuestro establecimiento”, dicen las integrantes femeninas de la familia Winkelmann.
¿Son la punta de un iceberg, las moscas blancas, las ovejas negras? No, sólo se trata de dos mujeres que simbolizan los tiempos que corren, con la capacidad de ponerse al frente de los establecimientos agropecuarios e incluso manejar grandes maquinarias que, ahora, gracias a los avances tecnológicos que han incorporado, no requieren músculos, sino cerebros.