Celeste Valero tiene 25 años y nació en la comunidad Huacalera, en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy. Allí, tres años atrás, creó su proyecto Q’enqo, al que define como “una solución” a la realidad de muchas mujeres que se encontraban tejiendo solas y necesitaban salir adelante.
Con una tienda al público y un taller en su casa que reúne a 15 tejedoras, Q’enqo elabora productos 100% artesanales, que requieren de una gran cantidad de tiempo y esfuerzo para confeccionar.
Los materiales que se utilizan son fibra de llama, lana de oveja y vicuña, y además se realizan los tintes, que son completamente naturales, provenientes de hojas, raíces y tallos, en muchos casos, silvestres.
“Q’enqo es tejer con la otra. Q’enqo quiere decir camino. Es un significado muy profundo para mí, ya que me apasiona el textil por una cuestión hereditaria. Yo soy cuarta generación de tejedores andinos por parte de mis padres, quienes actualmente trabajan conmigo. Aprendí todo en mi casa, es algo que mamé desde muy chica”, le contó Celeste a Infocampo en el marco de la celebración del Día Internacional de las Mujeres Rurales.
Además de fundadora, Celeste es también la diseñadora de los textiles, aunque aclara que lo hace por “curiosidad”, ya que nunca estudió. “Soy fotógrafa también”, resalta. “Con todas esas herramientas que pude recoger hasta ahora, me conformé como impulsora, al frente de esta batalla que es Q’enqo“, asegura.
proyecto social y amigable con el medio ambiente
El emprendimiento ganó el primer premio a Mejor Proyecto Social en el Curso de Negocios Inclusivos del Instituto Minka, que se realiza con el apoyo de la organización internacional Viva Idea. De 40 alumnos, Celeste fue elegida por su iniciativa, que promueve el triple impacto y está alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
“Pese a las dificultades económicas, observo que hay mercado para este tipo de moda consciente, para gente que está buscando productos con historia, que sean naturales y sustentables“, resaltó la creadora de Q’enqo.
Incansable y vital, también es capacitadora en cuatro comunidades. “Entrego muchos días, mucho tiempo de viaje para poder visitarlas y capacitarlas en tintes naturales, en volver a usar lo que nos entrega la naturaleza, a lo que podemos usar conscientemente”, describió.
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Hilado en Pushka, una técnica ancestral. Fotografía 📷 @mariana_arias_photos
Las mujeres de Q’enqo tienen distintas edades: van desde los 20 hasta los 60 años. El común denominador es que todas son madres y tienen dificultades sociales. “Se acercan para aprender un oficio para darles de comer a sus hijos. Yo creo que ser mujer y madre no es una limitación, sino una gran fortaleza“, reflexionó Celeste.
Las trabas en el “camino”
Si bien Q’enqo crece a grandes pasos, su fundadora afirma que necesita “más fuerza económica” para poder exportar. Las principales complicaciones en ese sentido, según explica, tienen que ver con los aranceles y las burocracias para tramitar las ventas externas.
“Pero eso no me quita la pasión por entregar productos de calidad en Argentina. Cada tejedora produce de tres a cuatro trabajos por mes, y los enviamos a todo el país”, resaltó.
Aunque desde el Gobierno Nacional mostraron acercamiento a este tipo de iniciativas en el norte argentino – la primera dama, Juliana Awada, se mostró con prendas de tejedoras en sus redes sociales- desde Q’enqo aún no hubo ningún acceso a financiamiento. “Yo crecí de forma autónoma, independiente, pero no rechazo ese tipo de ayudas. Creo que vincularse y trabajar en conjunto es fundamental, más allá de cualquier pensamiento político“, cerró Celeste.