Mucho se habla por estas latitudes de la fuerte pérdida de tamberos en los 90 o de que ahora la agricultura está desplazando a la lechería. Pero a la luz de las estadísticas que se manejan en los Estados Unidos cabe preguntarse si no se trata en realidad de una tendencia global.
Un trabajo del Departamento de Agricultura (Usda) de ese país es contundente en este sentido. Sostiene que de los 340.000 tambos que existían en 1980, para 2003 quedaban unos 80.000, es decir una reducción o salida del negocio del orden del 77% de los productores.
Sin embargo, este fenómeno fue de la mano de un incremento de la producción global, a su vez ligado al aumento de la productividad de las vacas en ordeñe y el crecimiento en escala de cada tambo.
En este lapso, el número promedio de vacas (no se aclara si es en ordeñe o no) pasó de unas 30 a más de 100, es decir que se triplicó el tamaño.
Otro trabajo más actual de los economistas del Usda retoma la línea de trabajo y muestra que en 1992 la mitad del rodeo lechero se encontraba en manos de unos 135.000 tamberos, de menos de 100 vacas cada uno. Catorce años después, en 2006, sólo quedaban unos 58.000 productores con menos de 100 vacas, que en conjunto apenas tenían un cuarto del rodeo nacional.
“En el extremo opuesto, en 1992 había 560 tambos con más de 1.000 vacas, mientras que en 2006 eran más de 1.400 y tenían el 35% del rodeo lechero”, explica el informe.
A los lectores curiosos les decimos que estos informes se pueden bajar del sitio web del Usda, www.ers.usda.gov y que los trabajos se llaman Low Costs Drive Production to Large Dairy Farm y Economic Effects of US Dairy Policy and Alternative Approach to Milk Pricing. Pero lo más interesante son las razones expuestas que explicarían este fenómeno. Contrariamente a lo que se podría pensar, las políticas de apoyo (subsidios) a esta producción han tenido poco efecto, más allá de cierta atenuación en la variabilidad de los precios.
Lo que parece ser la principal razón es la tecnología. Una explicación sencilla sería la siguiente. Aquellas empresas tamberas que pueden incorporar una genética superior y adoptar un mejor manejo reducen sus costos de producción y pueden afrontar mejor, bajas en los precios de la leche fluida. Esto les permite crecer en escala con el fin de seguir licuando costos fijos.
Así comienza el círculo virtuoso para unos y vicioso para otros.
El trabajo de los economistas del Usda también machaca sobre el tipo de producción. Mientras que los tambos chicos son de tipo familiar (con trabajo familiar) y sobre una base de nutrición pastoril, los de mayor escala son empresas con personal contratado, con los animales confinados y en tierras de relativo bajo valor.
Se cita por ejemplo, que el mayor crecimiento de la producción lechera se dio en los estados de la costa oeste estadounidense (California) y los inmediatamente adyacentes.
Es como si en la Argentina, los tambos comenzaran a asentarse en San Luis, La Pampa o el sudoeste cordobés.
Posiblemente lo que vemos en la estructura de la lechería estadounidense pueda tener un correlato local y de hecho hay quienes aseguran que esto es así.
Lo que sería interesante para la Argentina es poder contar con información confiable donde se analice la estructura del negocio tambero, para detectar estas transformaciones y poder actuar -si es que se puede- en consecuencia.
Javier Preciado Patiño / jpreciado@infocampo.com.ar