En las próximas décadas, el incremento poblacional, el desarrollo económico y la creciente urbanización que experimentarán principalmente países emergentes y en desarrollo, tendrán efectos profundos en los sistemas y cadenas de alimentos en economías regionales. No solo se duplicará la demanda de alimentos hacia el 2030, sino que las variables mencionadas se traducirán en cambios de patrones de consumo de alimentos, fibras y energía.
Completan el escenario el deterioro significativo de los servicios fundamentales de los ecosistemas durante el último siglo, que amenaza los suministros de alimentos, fibras, agua dulce y recursos pesqueros (MEA 2006) y los impactos previstos del cambio climático, por ejemplo en la producción y rendimientos potenciales de los cultivos – negativos sobre todo en las regiones tropicales y subtropicales. (IPCC 2007)
En este escenario reconocemos el rol clave de las cadenas agropecuarias y de alimentos, así como de su empresariado, como proveedor de soluciones innovadoras y sustentables. No sólo incrementando aún más la productividad de las tierras agrícolas existentes para satisfacer la demanda mediante nuevas tecnologías y buenas prácticas de manejo, sino también sosteniendo los ecosistemas agrícolas para seguir prestando servicios críticos, y contribuyendo a mejorar la calidad de vida de las personas, incluyendo a los pequeños productores.
Lo cierto es que la sustentabilidad es una tendencia que rápidamente se está conviertiendo en la norma. Las medidas que se están adoptando en diferentes países y mercados tendientes a abordar sus desafíos -con diferentes objetivos (subyacentes) y enfoques- y las que se adpoten en el futuro próximo, traducidas en políticas, regulaciones y mecanismos de mercados, interactúan para conformar un nuevo panorama a futuro de negocios y sociedades.
En este contexto, integrar la sustentabilidad en la estrategia y las operaciones de las cadenas de valor modernas se hace cada vez más imperioso para asegurar la competitividad en mercados e industrias que cambian rápidamente.
Somos testigos de como crecen las demandas por parte de los gobiernos, las empresas –por ej. los retailers- y los consumidores, de información transparente y confiable sobre los aspectos de sustentabilidad de bienes y servicios – su performance ambiental, económica y social. Y con este fin, se imponen estándares y requisitos que tienen implicancias a lo largo de toda la cadena de valor. Al mismo tiempo el valor nutricional se convierte en un atributo clave para las cadenas de alimentos, que puede agregar valor en todos sus niveles.
Si hablamos de la base de la pirámide, la mayoría de las investigaciones indican que los productores que son parte de cadenas de valor modernas pueden agregar valor y vincularse a los mercados, obteniendo mejores ganancias y más estables. Es entonces una gran oportunidad para los pequeños productores, siempre que logren entrar, claro. Entonces uno de los desafíos de las cadenas sustentables es favorecer su entrada.
Ser sustentable – y resiliente- es una prioridad relevante para toda cadena de valor en la actualidad y será una condición sine qua non en un futuro cercano: mejora el desempeño empresarial y ambiental, maximiza el valor social, permite anticipar tendencias reguladoras y de mercado, obteniendo ventajas competitivas y asegurando la generación de valor a largo plazo.
La sustentabilidad exige de innovación y creatividad, repensando los perspectivas prevalecientes sobre estrategia, tecnología y mercados. En este contexto, la innovación no se limita al desarrollo de nuevas tecnologías.
De la misma manera, la innovación en las cadenas del agro no se limita al desarrollo de nuevas tecnologías, sino que toma diversas formas, desde innovación en insumos, en productos y servicios, hasta la innovación en modelos de negocios. En ocasiones la innovación estará en la manera de hacer alianzas, construir redes y trabajar junto a otros.
Podemos pensar sólo algunos ejemplos de innovación, como la forma de medir, valorar, gestionar los servicios ecosistémicos, el desarrollo de nuevas variedades de cultivos tolerantes al estrés hídrico o eficientes en el uso de nutrientes, la integración del valor nutricional de los alimentos en toda la cadena de valor, las nuevas tecnologías, nueva maquinaria agrícola, novedosas herramientas y recursos para los productores, las Tecnologías de Información y Comunicación aplicadas a las cadenas del agro, mecanismos novedosos de financiación, y hasta la creación de nuevos mercados.
Justamente el sector agropecuario está redefiniendo sus mercados tradicionales para incluir no sólo alimentos y fibras, sino también energía, productos industriales y farmacéuticos/ salud (Boehlje y Bröring 2011). A medida que la utilización de materias primas renovables procedentes de la agricultura son adoptadas por industrias más allá de los alimentos y fibras, el éxito de las cadenas del agro probablemente dependa de su capacidad para proveer productos y procesos innovadores.
Ahora bien, innovación y sustentabilidad deben moverse de una visión y estrategia a una realidad diaria para las cadenas de valor, a través de la construcción de habilidades, la transferencia de conocimientos y la co-creación de valor a lo largo de toda la cadena. Incrementar la capacidad de los actores de la cadena para encontrar soluciones en forma colaborativa resulta esencial.
Una cadena de valor sustentable requiere de la innovación en cadena de todos sus socios. Aunque la estructura y la aplicación de la innovación sean diferentes en cada una de las empresas que participan en la cadena de valor, lo importante es crear un valor común, compartido: el de la innovación como parte de la estrategia de la cadena en sí. También es importante formalizar las estructuras organizativas y los procesos necesarios para proveer las soluciones innovadoras que la sustentabilidad demanda. Hasta que cada miembro de la cadena está invirtiendo en e implementado una cultura de innovación centrada en ofrecer productos y servicios sustentables, la cadena de valor seguirá luchando para ser sustentable.
Un primer ejercicio necesario sería identificar a lo largo de la cadena de valor, riesgos y oportunidades, para poder desarrollar estrategias acertadas. Aun los riesgos reales, si son gestionados adecuadamente, pueden transformarse en nuevas oportunidades. Para ello existen distintas metodologías y herramientas, por ejemplo para evaluar y comparar la performance de distitntas soluciones y productos desde una perspectiva de sustentabilidad o para evaluar sus impactos ambientales, económicos y sociales en diferentes ámbitos y escalas.
Es fundamental que las actores a lo largo de la cadenas del agro comprendan que al abordar aspectos de sustentabilidad, serán capaces de crear valor. Es precisamente en las cadenas donde la innovación crea valor. Y es aquí donde los arreglos institucionales se tornan importantes. Las empresas y los productores no pueden construir cadenas de valor sustentables sin la participación de otros actores, como las organizaciones sociales, el sector académico y los gobiernos. Las organizaciones sociales pueden ayudar a garantizar que los diferentes actores o puntos de impacto en la cadena de valor sean correctamente incluidos. Los gobiernos también juegan un papel crítico en el establecimiento de políticas y marcos adecuados, así como la infraestructura necesaria.
Por María Virginia Vilariño. Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible