Los suelos afectados por sales son salinos y sódicos, y se encuentran en todos los continentes y bajo casi todas las condiciones climáticas, pero su distribución es relativamente más extensa en las regiones áridas y semiáridas, en comparación con las regiones húmedas.
Por eso, Argentina no está exenta de este problema, que reduce el potencial de la producción agropecuaria, porque la salinización aumenta el pH del suelo, y esto trae consecuencias como la disminución de la disponibilidad de los nutrientes, y una menor eficiencia de la fertilización.
Según un estudio realizado por el INTA y la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), en Argentina hay 770.403 kilómetros cuadrados de suelos salinos, sódicos o salinos-sódicos, lo que representa el 27,6% de la superficie del país, en una profundidad de 0 a 30 centímetros.
Y a eso se suman 1.066.389 kilómetros cuadrados, que representa el 38,2%, cuando se mide de 30 centímetros a un metro de profundidad.
UN PROBLEMA CON SOLUCIÓN
“Este estudio nos permite tomar dimensión de la problemática: saber que tenemos 12 millones de hectáreas recuperables, que podrían permitir un aumento significativo en la producción de pasturas y cultivos, es muy importante“, señaló Francisco Larraburu, asesor técnico comercial de la firma Kioshi Stone, durante una presentación en el 30° Congreso Aapresid que se está realizando en Rosario.
“La nutrición comienza desde el suelo” es el título de la conferencia de Larraburu, con el foco en las soluciones que pueden aplicarse, en materia de tratamiento nutricional, para corregir estos excesos de sales y que esos terrenos recuperen aptitud productiva.
Entre esas soluciones, además de diversas prácticas de manejo, se encuentran las suspensiones de nanopárticulas minerales MIST TPS 78 y MIST TPS.
En el primer caso, es un producto compuesto por sulfato de calcio con el agregado de azufre elemental, y es indicado para la corrección de suelos con problemas de salinidad y alcalinidad.
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MIST TPS, por su parte, está compuesto por sulfato de calcio, carbonato de calcio y magnesio, y azufre elemental. Se recomienda para suelos con muchos años de agricultura continua, ya que repone bases, mejora la disponibilidad y absorción de nutrientes, potencia la micorrización, lo que permite aumentar los rendimientos de los cultivos.
“El suelo es el resultado de la interacción entre las partes que la componen. Entendiendo al suelo como un sistema dinámico, si logramos que todas las partes se mantengan en un equilibrio estable en el tiempo, lograremos un círculo virtuoso que deviene en la sostenibilidad del sistema productivo”, enfatizó Larraburu.
En la misma sintonía, el presidente Kioshi Stone, Gabriel Lema, completó: “El lema de este congreso, Un congreso a suelo abierto, se encuentra en total sintonía con la propuesta de Kioshi Stone. Nosotros ofrecemos 4 líneas de productos: Vivificantes de semillas, Corrección de suelos, Nutrición de Cultivos y Microelementos, y recomendamos protocolos con una visión holística del sistema, que comienza con la evaluación de las características del suelo”.