El ritmo de comercialización de soja continúa evidenciando un retraso considerable, habida cuenta de que las 31 mill tt negociadas hasta ahora representan solamente el 56% de la última cosecha, muy por detrás de la media histórica de casi 75% para finales de agosto.
En términos absolutos, el volumen del año comercial 13/14 es el más bajo de los últimos períodos, superando únicamente lo vislumbrado en 08/09 (25,4 mill tt), aunque esa temporada ha sido atípica a partir de que la sequía brutal ha derivado en ese momento en una oferta de 32 mill tt.
La escasa predisposición que han mostrado los productores para desprenderse de la mercadería en los últimos meses le otorga un papel todavía más trascendente al hecho de que la soja en dólares reales ha cedido casi U$S 80 desde mediados de marzo (merma superior al 30%).
Esto surge de ajustar el valor en el mercado disponible por el dólar paralelo, lo cual en la actualidad arroja tan sólo U$S 165 y está en niveles similares a lo percibido en mayo del año pasado (en ese momento la brecha entre el tipo de cambio oficial e informal había llegado al 100%).
Lo más interesante de esto es que, medido en moneda dura, lo que cobra un productor está en los mínimos desde abril de 2006. La diferencia entre el precio de mercado y lo que le ingresa al farmer equivale a U$S 110, transformándose en la mayor distorsión desde febrero.
A partir de lo descripto la pregunta que debemos hacernos es qué nivel de retenciones efectivo enfrenta un productor de nuestro país a la hora de comercializar su producción. Para ello establecemos un paralelo entre el valor de mercado ajustado por el dólar paralelo y el precio FOB de exportación.
Se observa entonces que en estos momentos la alícuota total resulta del 65% (30 puntos por encima de los derechos de exportación aplicados por el gobierno), o lo que es lo mismo el productor percibe U$S 3,5 de cada U$S 10 del valor de embarque. Desde mediados de marzo las retenciones efectivas han subido 12 puntos
Si bien este escenario claramente desalienta las ventas, no debemos soslayar que retener la mercadería varios meses puede tener un efecto todavía más pernicioso. Esto se basa en que la plaza doméstica evidencia un inverso de U$S 25 fren te a la campaña 14/15, contrastando las posiciones noviembre y enero.
Más allá de que este spread es muy inferior si lo comparamos con el de los últimos dos años para esta época, el traspaso a la próxima temporada significaría una caída de aproximadamente el 10% con la foto de los precios actuales.
Como si esto fuera, tal como venimos marcando, la soja en nuestro país se muestra cara contra Chicago analizando la posición noviembre. En la actualidad este ratio se ubica por encima del 74%, lo cual sólo es comparable a 2009 cuando el panorama de escasez era alarmante.
Esto se traduce en 9 puntos más que los derechos de exportación, lo cual implica que si este cultivo se recupera en Chicago acá las ganancias pueden ser muy limitadas. En otros términos, si el mercado de referencia se muestra estable no hay que descartar que en la plaza doméstica se registren precios todavía más bajos.
Desde hace varios meses venimos insistiendo en que acopiar la soja no tenía demasiado sentido, en un contexto en que la estructura de oferta y demanda mundial avizora un panorama muy abundante. El perjuicio puede ser todavía peor, pero para neutralizarlo es indispensable la utilización de estrategias de cobertura.