Se anunció la iniciativa de reducción generalizada de 3 puntos en la alícuota del IVA a los bienes de consumo masivo, como instrumento de política económica que busca impulsar una baja de precios de la canasta familiar que ha venido subiendo y alentar la demanda interna.
Sin perder de vista que la medida, si tiene éxito, puede mejorar los ingresos de la población que más ha sido castigada por la devaluación (asalariados), es también evidente que el Ministerio de Economía mantiene coherencia con su pensamiento económico que confía más en el mercado interno y la sustitución de importaciones, que en el crecimiento por impulso del comercio exterior. Así lo anunció el ministro en repetidas oportunidades desde que asumió.
La política económica continúa privilegiando el corto plazo, sin realizar reformas estructurales de fondo como es el desarrollo de un sistema tributario y fiscal eficiente, que sólo se logrará con una gran simplificación, eliminación de impuestos distorsivos y federalización de la recaudación y el gasto.
Los objetivos de corto plazo de la reducción del IVA es tratar de mantener la demanda interna para que no caigan los niveles de actividad, visto que las exportaciones en volumen se han estancado, y en valor tenderán a caer debido a la caída de los precios internacionales de los granos.
Las reformas pendientes
En definitiva, se estaría buscando ganar tiempo, apostando todo a renegociar la deuda en default antes de fin de año y luego con los organismos internacionales, y sólo en el 2005 evaluar una reforma tributaria profunda.
Sin embargo, se pierde una gran oportunidad de desarrollar una profunda reforma tributaria que promueva las inversiones y afiance el crecimiento económico y el superávit fiscal. Sería mucho más fácil negociar la deuda en default y con los organismos internacionales, con una reforma tributaria que asegure sus sustentabilidad más allá de una coyuntura favorable como la actual.
Los modelos exitosos de desarrollo económico en países similares a los nuestros, se han fundamentado en un crecimiento exponencial del comercio internacional de productos y servicios, junto al ahorro interno y la inversión. La política actual está enfocada a recuperar el mercado interno, y da por hecho que el tipo de cambio real alto y los favorables términos de intercambio mantendrán el signo positivo del balance comercial.
Proyecciones
Las proyecciones para el sector agroindustrial que aporta 70% de las exportaciones indican que por lo menos en su faz primaria de producción, en la próxima campaña habrá una descapitalización dada la caída de los precios internacionales de los granos. Salvo que obtengan cosechas récord por clima muy favorable (y no aparece así en lo observado en los últimos meses), las exportaciones podrían caer en el 2005, y como se incentivará el consumo interno, no deberíamos extrañarnos si se pierde el superávit comercial o si incluso se vuelve negativo.
El sector debe reaccionar a esta situación con propuestas concretas. Es el momento que las entidades y grandes empresas del sector se unan en un esfuerzo coordinado para presentar un proyecto de reforma tributaria y fiscal global que produzca un cambio profundo en la situación de ineficiencia y distorsiones actuales. Sólo un sistema tributario que logre afianzar la recaudación aumentando la base imponible, que genere ventajas competitivas tanto para la exportación como para el mercado interno, elimine las distorsiones en los precios relativos y en las transferencias de ingresos, aliente el ahorro y la inversión, puede afianzar el crecimiento sustentable que necesita el país para reducir drásticamente la pobreza y el desempleo.
Por Lic. Juan Martín Rebolini
Titular de Agropuerto
Especial para Infocampo