Mañana se cumplirán siete años de aquella jornada histórica en la que, mientras nos movilizábamos ante la planta de Dreyfus (denunciando quiénes eran los beneficiados por la política agropecuaria K), nos enteramos de la decisión del gobierno nacional de aplicar la tristemente célebre resolución 125°.
Una confiscación autoritaria, que desató un verdadero hito en la historia agraria argentina, en el que el campo se puso de pie para poner límites a un gobierno centralista, que no pensó en los productores, ni en tratar diferente a los que éramos distintos, sino en recaudar para las arcas del tesoro.
Ese hecho derivó en menos de 24 horas en el nacimiento de la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias, en la que cuatro organizaciones, bien diferentes en nuestra historia y en nuestros intereses, logramos ponernos de acuerdo, con un objetivo en común: encabezar la defensa de los productores de todo el país, que eran violentados por el kirchnerismo.
Hoy, siete años después, la Presidenta y sus funcionarios distorsionan con su relato la realidad. Quieren reescribir la historia, como aquél ministerio de la verdad, de George Orwell, contando e intentando instalar mentiras y difamaciones. En aquél momento se ocuparon de amontonar gente en las rutas, hablando de “piquetes de la abundancia”, diciendo que teníamos “4×4”, que “la soja era un yuyo”, siendo prepotentes y soberbios, castigando a uno de los sectores que más aporta a la economía nacional. Y ahora quieren borrar todo. Quieren ponernos a algunos como “los malos”, ubicándose ellos en el supuesto “lado de los buenos”.
Pero apenas uno reflexiona un poco, surgen preguntas que desmoronan ese cuentito que quieren contar, años después. Si les importaban los chacareros, ¿por qué no escucharon durante años a los pequeños productores?, ¿por qué no segmentó las políticas?, ¿por qué nos trató a todos por igual?
En esos largos días, signados por la irracionalidad de un gobierno intolerante y por un campo unido que tuvo que defenderse frente a esa agresión oficial, encabezada por Cristina Fernández y sus funcionarios, que puso a todo un Estado para oponerse, difamar y castigar a quienes sólo queríamos producir, pudimos resistir. No nos dieron opciones, pero en esa resistencia fuimos democráticos, y racionales. Dimos una tregua en medio del conflicto, para permitir que el gobierno corrigiera la 125°, para que no nos dijeran destituyentes. Pero les fue más cómodo ubicarnos en el lugar del enemigo, decir que desestabilizábamos, y no escucharnos.
Lejos de querer voltear a un gobierno, dimos las condiciones para que recapacitaran.
A cambio, desde Olivos se planteó que al campo había que ponerlo de rodillas. Pedimos que la resolución se tratara en el Congreso de la Nación, para que los representantes del pueblo pudieran discutir, como establece nuestra Constitución, sobre nuevos impuestos. Y para que, en caso de aprobarse, ese impuesto fuera constitucional. Fuimos defensores de los poderes de la Nación, y no golpistas. En el otro extremo, el gobierno quería violentar todos los poderes, imponer su voluntad, desoyendo a la Constitución y a la gente. Pero no pudieron.
Tras perder la votación en el Senado, nació el resentimiento y el revanchismo que a la Presidenta le dura hasta hoy.
La verdadera historia ya está escrita…
Aunque los fieles k y los medios oficiales quieran imponer el relato ficticio k, la realidad es que este gobierno castigó a los productores como ningún otro. Fueron verdaderos verdugos que llevaron a la desaparición a miles de chacareros. Impulsaron la sojización, favorecieron la concentración, beneficiaron a amigos, mientras sus “pensadores” intentaban disfrazar la verdad, diciendo que venían a imponer el modelo nacional y popular. Y lo siguen haciendo. Y ahora mienten. Cada vez más.
Lo importante será que, junto a mis pares en aquel momento, los presidentes en el 2008 de las entidades amigas, fuimos capaces de enfrentar sus mentiras, su violencia, y de conducir un conflicto que tuvo una dimensión inesperada. Hoy, a siete años, es valioso recordar esa gesta, remarcar ese rol y agradecer la confianza y el acompañamiento de millones de argentinos, productores y habitantes de las ciudades, que comprendieron que la lucha fue no sólo por el campo, sino por la dignidad de todos los argentinos y el respeto a la democracia.
El paro agropecuario es justo y necesario
En mi condición de ex presidente de FAA, pero por sobre todo, de pequeño productor, estoy de acuerdo con la protesta que comenzará esta noche, impulsada por las entidades convocantes, y expresando claramente que los productores de menor escala necesitamos políticas diferenciadas que este gobierno nunca quiso reconocer y menos aun otorgar.
Por una agricultura con agricultores, y para que el campo sea un polo de desarrollo en lugar de un desierto verde, es que hay que reclamar a quienes hoy gobiernan, y advertir a quienes quieran gobernar en pocos meses, que el cambio de la política agropecuaria es una de asignaturas pendientes en la Argentina que viene…
Por Eduardo Buzzi. Ex presidente de Federación Agraria y pre-candidato a gobernador de Santa Fe por el Frente Renovador