En los últimos meses, la caída de la oferta vacuna produjo una suba de los precios en las carnicerías, dado que el margen bruto ganadero volvió a ser mayor que el de la soja. Asimismo, la mejora de la relación novillo-maíz incentivó la retención de animales, reduciendo la disponibilidad de hacienda para faena.
“Hay zonas del oeste de Buenos Aires, y este de La Pampa, donde la situación es comprometedora. El productor que tenga reservas que las use bien, el que no las hizo, tendrá que comprar pasto, subproducto de molienda para ración, o vender la hacienda. Ir a otras zonas no es viable, no hay campos en alquiler. La carne tiene posibilidad de crecimiento importante; si se afirman los mercados de exportación y si tocamos los 70 kilos de consumo per cápita, no conviene vender en este momento.
“De hecho, los productores se verán forzados a liquidar sus animales por la falta de pasto, y eso significaría una menor oferta vacuna, y posibilidad de incremento de precios.