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Se olvidaron de los compradores

De buenas a primera, el mercado internacional se queda sin una cantidad significativa de carne vacuna, proveniente de la Argentina. "Los tipos (los importadores) no entienden nada, no pueden comprender estas medidas", decía un empresario que estaba exportando cortes Hilton a la Unión Europea.

De buenas a primera, el mercado internacional se queda sin una cantidad significativa de carne vacuna, proveniente de la Argentina. "Los tipos (los importadores) no entienden nada, no pueden comprender estas medidas", decía un empresario que estaba exportando cortes Hilton a la Unión Europea.
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En la última década, por poner un lapso, no hubo foro de agronegocios internacional donde no se llamara a los grandes compradores de alimentos internacionales (China, la India) a que abandonaran sus políticas de autoabastecimiento y se volcaran a abastecerse de los grandes proveedores globales, como los Estados Unidos, Australia, Brasil o la Argentina.

También se ha repetido hasta el hartazgo que nuestro país ya no es el granero del mundo sino el supermercado del mundo, y que nuestros agricultores producen alimentos para 350 millones de habitantes de todo el planeta. Obviamente, aquellos que los puedan comprar.

Pero la decisión de suspender las exportaciones de carne vacuna viene a romper con este discurso. De buenas a primera, el mercado internacional se queda sin una cantidad significativa de carne vacuna, proveniente de la Argentina.

“Los tipos (los importadores) no entienden nada, no pueden comprender estas medidas”, decía un empresario que estaba exportando cortes Hilton a la Unión Europea, pero que estaba colocando cuatro kilos por cada uno de Hilton. Ahora, no sólo se le arruinó el negocio, sino que el mismo frigorífico donde faenaba está a punto de cerrar porque no tiene sentido volcar esos cortes al mercado local (está en el interior del país) y porque el 70 a 80% de la faena iba para el mercado de la exportación.

El hecho de que representantes de los importadores hayan manifestado abiertamente su estupor frente a la medida habla de lo inusual de este comportamiento como país y como proveedor.

“Incluso a los rusos, no venderles más les genera un problema porque puede tener consecuencias inflacionarias en su país”, comentan.

El mensaje de la Argentina a europeos y rusos es “mejor no desarmen los subsidios y sigan produciendo carnes”, a los primeros, y “mejor transformen todo su trigo forrajero y cebada en carne” a los segundos, “porque en cualquier momento les dejamos de vender”.

La paradoja es que unas semanas antes, cuando la aftosa apareció en Corrientes, se insistió para que estos mercados limitaran el cierre únicamente a los departamentos cuarentenados. Esquizofrenia ciento por ciento.

Otro aspecto colateral de la medida. El año pasado, una asociación de criadores invirtió fondos en una campaña para que los ganaderos compraran sus toros. La campaña se basaba en el buen rendimiento de las reses cuando se las destinaba a la exportación.

Ahora, en su última reunión de comisión directiva, estaban completamente desorientados. Y si ellos lo están, ¿cómo se sentirán los criadores que el año pasado pagaron $ 3.000 a $ 5.000 por estos toros porque pensaban que iban a sacar unos pesos más por los terneros que luego venderían o engordarían?

Y encima la carne en Liniers no baja. Por eso cada vez se escucha más fuerte la idea de que subsidien los cortes populares. “Si total lo que interesa es el índice de la inflación, que busquen una forma de medirlo en cortes que no lo hagan subir. Que los subsidien y listo, y que a nosotros nos dejen trabajar en paz”, comentan en el sector ganadero.

Javier Preciado Patiño

jpreciado@infocampo.com.ar

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