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Se inició un plan para reducir la población de cerdos silvestres

Es para poder proteger al venado de las pampas y controlar enfermedades.

infocampo

La creciente población del cerdo silvestre, conocido como chancho cimarrón y actualmente estimada en cerca de 9.000 ejemplares, pone en peligro a unos 300 venados de las pampas, el cérvido más amenazado del país e incluido en la lista de especies en extinción, que habita en el área natural protegida Bahía Samborombón, en el este bonaerense. Es que los descendientes de los primeros cerdos domésticos soltados en estas tierras por los conquistadores españoles hace más de cinco siglos, se convirtieron en el principal riesgo de esta especie declarada Monumento Natural de la Provincia de Buenos Aires en 1995.

Para controlar esta especie exótica e invasora, el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) puso en marcha un proyecto piloto, que busca reducir la población a niveles que no afecten la fauna nativa y la producción ganadera de la zona, además de evitar un riesgo sanitario ya que los cerdos silvestres son portadores de enfermedades como la tuberculosis, la leptospirosis y la brucelosis, transmisibles al ganado y a los humanos.

Dicho proyecto se asienta sobre dos pilares fundamentales, uno es a través de la Disposición 3/2019 que habilita los controles poblacionales bajo supervisión y capacitación de los Guardaparques del Organismo. El otro es la utilización de trampas circulares construidas especialmente en material metálico expandido. Tienen 6 metros de diámetro y un dispenser automático que, alimentado a energía arroja maíz con el fin de atraer a los chanchos. (Ver video).

Chancho silvestre 1Al mismo tiempo se desarrollan monitoreos en poblaciones de cerdos silvestres y venados que permitan evaluar con el paso del tiempo, la efectividad de los métodos de control e incrementar el conocimiento acerca de comportamientos y relación entre ambas especies.

“Este plan forma parte de las estrategias de la Provincia para conservar al venado de las pampas. Estamos analizando el funcionamiento de las trampas con la idea de montar otras en distintos puntos de la Bahía, y al mismo tiempo monitoreos para evaluar el estado poblacional de la especie. En la actualidad, quedan sólo cerca de 300 ejemplares en la provincia, distribuidos en la Bahía Samborombón, desde el sur del Río Salado hasta la ría de San Clemente del Tuyú”, informó Marcelo Yasky, director provincial de Recursos Naturales y Ordenamiento Ambiental Territorial del OPDS.

“El proyecto habilita a los establecimientos privados ganaderos a realizar acciones de control de esta especie dañina, siempre bajo el desarrollo de buenas prácticas ambientales. Esta semana hicimos la primera reunión con los productores de General Conesa. Creemos que el avance de esta iniciativa radica en el trabajo mancomunado entre el OPDS y los productores de la región”, agregó Yasky.

El venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus celer), también conocido como “ciervo pampero, venado pampero o ciervo campero”, es un pequeño cérvido que tuvo una amplia distribución en los pastizales sudamericanos. Hasta fines del siglo XIX, esta valiosa especie autóctona fue uno de los animales más típicos y abundantes de la provincia. Pero la sobre explotación de su cuero y carne, y la modificación de gran parte de su hábitat por la intensificación de la agricultura y la ganadería, provocaron una fuerte reducción de sus poblaciones.

“Los cerdos silvestres no son originarios del continente americano, sino descendientes de los primeros cerdos domésticos que los españoles trajeron a estas pampas en el siglo XVI. Hubo otra introducción importante a principios del siglo XX: el estanciero vasco-francés Pedro Luro, propulsor del desarrollo de Mar del Plata, introdujo al jabalí puro desde Europa, con fines cinegéticos, es decir de caza. Las dos corrientes de invasión se hibridaron y comenzó un proceso de crecimiento y expansión”, explicó Bruno Carpinetti, coordinador técnico del proyecto, guardaparque del OPDS y profesor titular de la Cátedra de Ecología y Recursos Naturales de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.

“El chancho cimarrón lleva más de cinco siglos de adaptación al medio ambiente. En las tierras bonaerenses encontró un buen hábitat en el que no tiene predador. Son la principal amenaza de los venados, más que la caza furtiva. Existen evidencias de que los chanchos pueden predar las crías de venados”, afirmó Gabriel Castresana, guardaparque de la reserva Bahía Samborombón y coordinador operativo del plan piloto.

Técnicamente, el chancho cimarrón y el cerdo doméstico de cualquier sistema de crianza, pertenecen a la misma especie: Sus scrofa. Lo que cambia es el fenotipo, determinado básicamente por su hábitat y costumbres: entre otras características, a diferencia del doméstico, el cerdo silvestre tiene el hocico alargado que ha desarrollado como resultado de la ardua tarea de conseguir su alimento por sus propios medios.

“El rey de los pastizales”

El venado de las pampas está incluido en la lista de especies en peligro de extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y de la Convención Internacional para el Tráfico de Especies Silvestres de Flora y Fauna (CITES), de la cual Argentina es uno de los países firmantes. Fue declarado Monumento Natural de la Provincia de Buenos Aires mediante la Ley Nº 11.689, que incluye la veda total y permanente de su caza.

El venado frecuenta zonas de campo abierto y pastizales altos con presencia de arbustos, aunque se lo puede ver en zonas anegadizas y cangrejales, y evita las zonas boscosas.

Los machos adultos alcanzan 70-75 cm en la cruz, con un peso aproximado de 30-40 kg, siendo las hembras ligeramente menores. El pelaje es color bayo claro en su parte dorsal y los flancos, mientras que el vientre y la parte inferior de la cola es de crema claro. Sólo los machos presentan astas de unos 30 cm de longitud, con 3 puntas, producto de una ramificación en la base de la misma, que se renuevan cada año. A partir de fines del invierno nacen las crías, que se ocultan entre los pastos gracias a su pelaje manchado que persiste hasta los tres meses.

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