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Se cortaron las lluvias y la siembra de trigo finalmente no será récord, pero crecerá 22%

La Bolsa de Comercio de Rosario había esperanzado con la posibilidad de bordear las 7 millones de hectáreas, pero ahora señaló que 200.000 hectáreas no se implantaron debido a la falta de agua.

Trigo brotando en la zona de Carlos Tejedor. Imagen de Dante Garciandia.
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La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) recortó en 200.000 hectáreas su estimación de siembra nacional de trigo, como consecuencia de la falta de lluvias durante el último mes que dejó a algunas regiones sin la posibilidad de avanzar con la implantación del cereal.

“Hace un mes se estimaba un área de intención de 6,92 millones de hectáreas, que de concretarse podía ser un nuevo hito. Julio sigue seco y junio dejó lluvias solo en Buenos Aires. Con casi el 90% sembrado, la cifra de área para trigo argentino se recorta a 6,72 millones”, indicó la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la BCR en su informe mensual nacional.

De todos modos, es solo una foto levemente negativa dentro de una película muy positiva: estos 6,72 millones de hectáreas son 1,2 millones o 22% más que los 5,52 millones del año pasado, una de las peores superficies de los últimos años, producto de las condiciones de sequía que quedaron tras la catastrófica campaña 2022/23 afectada por La Niña.

Bajo este panorama, suponiendo una superficie que no se coseche de 200.000 hectáreas y un rinde promedio de 30 quintales por hectárea, la GEA calcula que la cosecha podría rondar las 20,5 millones de toneladas.

CÓMO VIENE LA SIEMBRA DE TRIGO

Según el informe rosarino, alrededor del 90% del área intencionada ya está implantada, y los lotes que restan son en Buenos Aires y La Pampa, que tienen una ventana de siembra más amplia.

El recorte de 200.000 hectáreas es fundamentalmente en la zona núcleo: obedece a 80.000 hectáreas en el noroeste bonaerense, 20.000 en La Pampa, 50.000 en Santa Fe y 50.000 en Entre Ríos.

“Después de un junio que pasó casi sin lluvias de importancia, excepto para Buenos Aires en el final del mes, julio sigue la misma tendencia. Y no hay pronósticos de agua hasta el 20 de julio. La circulación fría y seca evita el ingreso de humedad desde el norte. Por eso destacamos el rol clave de las lluvias que se dieron en el territorio bonaerense y en algunos sectores del sur de Santa Fe y de La Pampa en la última semana de junio”, remarcó la GEA.

grafico trigo

En este ciclo 2024/25, el trigo se sembró en forma temprana en el centro y norte del país. Pese al miedo de recientes campañas cuando las heladas tardías hicieron daño, en este ciclo se impuso la necesidad de hacer el cereal.

“Mantener gramíneas en las rotaciones en el centro y norte del país tras el impacto de la chicharrita, y la necesidad financiera, tras tres Niñas seguidas, forzaron la siembra contrarreloj para ganarle a la desecación de la cama de siembra”, continuó el reporte.

En este marco, el importante pulso húmedo que dejó el final de El Niño con las significativas lluvias de marzo y abril fue clave para implantar el trigo.

El norte y centro del país se apresuraron en completar la importante intención de siembra que había este año, aprovechando la humedad, sembrando incluso a más profundidad y con un inesperado aliado que fue el inédito calor de la primera quincena de junio, que incentivó un rápido establecimiento en lotes sembrados hasta 7 centímetros de profundidad.

EL TRIGO, ANTE UN INVIERNO “RIGUROSO”

En este marco, la amenaza que ha surgido es un invierno que podría ubicarse como el segundo más “crudo” de los últimos 60 años, por encima de 2007 y solo por detrás de 1984, de acuerdo con las proyecciones de la BCR.

“Con un alto grado de probabilidad, los pronósticos prevén para lo que queda de este invierno, que las temperaturas extremadamente bajas persistan durante la mayor parte de la estación en una amplia cobertura territorial”, precisó.

Como se mencionó en un informe paralelo, el trigo venía creciendo bajo muy buenas condiciones, pero con las heladas de la última semana ya empezó a haber lotes afectados por las bajas temperaturas. Más allá del quemado en hojas, se observa pérdidas de plántulas.

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Asimismo, en los lotes en los que aún el trigo no ha profundizado sus raíces para alcanzar la humedad presente en capas subsuperficiales del suelo, la persistencia de estos intensos fríos es una amenaza grave que puede afectar el potencial de rinde.

Por esto “es muy necesario que se produzcan lluvias de 15 a 20 milímetros en el corto plazo, sobre todo en el centro del país”, advirtió la GEA.

Sin embargo, hay también buenas noticias: “El otro lado que plantea el riguroso clima de este invierno es que los buenos años trigueros suelen estar caracterizados por una alta tasa de radiación y temperaturas muy bajas. Esto se expresa en un coeficiente específico del cultivo que se denomina fototérmico. En un año en el que se ha fertilizado al trigo con altos niveles de dosis de nitrógeno y hay  buenas reservas de humedad en la profundidad de los suelos, este invierno plantea un escenario de alto potencial para el trigo argentino”, cerró la entidad rosarina.

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