A mediados del Siglo XVII, San Carlos fue una de las poblaciones fundadas por los jesuitas, en el extremo nordeste de Corrientes, al límite con Misiones.
Desde allí partió, el 6 de marzo pasado, el primer lote de soja de la campaña 2023/24: fue cosechado por el productor Ricardo Tedesco, de la compañía Milho SAS, y rindió 32,5 quintales por hectárea.
Se trata de un cargamento de 27.589 kilogramos, de la variedad DM Garra, que fue recibido por Molinos Agro, en San Lorenzo, en una operación de la que partió Agricultores Federados Argentinos (AFA) como corredora.
Y fue lo que se remató este viernes al mediodía en la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), entidad que cada año organiza el tradicional certamen que marca el inicio simbólico de la campaña comercial de la oleaginosa.
PRIMER LOTE DE SOJA
El acto comenzó con las palabras del presidente de la BCR, Miguel Simioni, quien entre otras cosas formuló un fuerte reclamo por la falta de infraestructura en los accesos a las terminales portuarias desde las que parten más del 75% de las exportaciones argentinas de granos y subproductos.
Luego, también hablaron el intendente de Rosario, Pablo Javkin; y el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro.
Tras estos discursos oficiales y las distinciones entregadas a Tedesco y a AFA, comenzó el tradicional remate ante una nutrida audiencia.
La subasta estuvo a cargo de Lucas Ficosecco en su rol de rematador por la firma AFA y Casimiro Reggi como martillero acompañante, perteneciente a la casa consignataria Reggi y Cia SA.
Como es usual, el precio base fue el cierre de la jornada anterior, establecido por la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario, y que había sido de $ 251.500 la tonelada.
Luego de una divertida puja, el lote fue adquirido por la firma Díaz Riganti Cereales en $ 610.000.
SAN CARLOS, EL PUEBLO DE LA SOJA PRIMICIA
Previo al remate, desde la Bolsa rosarina repasaron algunas características de San Carlos, el pueblo desde donde partió este primer lote.
Como se mencionó, es un pueblo con raíces profundas en la historia argentina, especialmente en lo que respecta a las antiguas misiones jesuíticas.
Fundado en 1638, ha visto fluctuar su población y economía a lo largo de los siglos, adaptándose a los cambios que impuso el tiempo y las circunstancias.
La reciente consagración de Ricardo Tedesco en el certamen del primer lote de soja 2023-2024 pone de nuevo a San Carlos en el mapa, no solo como un sitio de relevancia histórica, sino también como centro agrícola.
La historia del cultivo de la soja en la región tiene sus orígenes en las décadas de 1960 y 1970, cuando la oleaginosa comenzó a difundirse desde Brasil hacia Misiones y Corrientes, convirtiéndose en un cultivo predominante en ciertas áreas.
“San Carlos fue una de las zonas pioneras en adoptar la soja, gracias a su clima y suelo propicio, pero también por la audacia de sus agricultores”, comentó Emiliano Costaganna, intendente de la localidad.
Hoy, además de la soja, el pueblo ha diversificado su producción agrícola incluyendo maíz, y, en menor medida, cultivos de arroz, como refleja la experiencia de Alejandro Federico Zanabria, dueño del campo en el que Tedesco produjo el lote ganador.
“Este campo era predominantemente ganadero hasta hace cuatro años cuando decidimos incorporar cultivos de soja y maíz. Las primeras cosechas fueron desafiantes debido a la sequía, pero este año, con condiciones climáticas favorables, hemos visto resultados excelentes”, señaló Zanabria.
La ubicación de San Carlos presenta desafíos logísticos significativos. Situado a 900 kilómetros del puerto más cercano y flanqueado por las rutas nacionales 12 y 14, el transporte de productos agrícolas a los mercados mayoristas y de exportación puede ser costoso y complicado.
“Estamos desarrollando el puerto de Ituzango sobre la ruta número 12, lo que será crucial para mejorar la logística de nuestra producción local”, explicó el intendente Costaganna.
El museo de San Carlos refleja el pasado jesuítico de San Carlos, generando paralelos entre la misión de los jesuitas de cultivar no solo las almas sino también la tierra, y el esfuerzo moderno de revitalizar la agricultura en la zona.
“San Carlos siempre ha sido un lugar de encuentro entre la tradición y la innovación. Hoy, la agricultura está en el corazón de nuestra identidad tanto como lo estuvo en los tiempos de las reducciones jesuíticas”, comentaron en el museo.