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Salta nos tienta con sus ricos platos regionales

La hermosa provincia norteña no sólo nos ofrece sus paisajes de ensueño, vinos con carácter único y la amabilidad de su gente. Por pocos pesos, también podemos disfrutar de la buena mesa, donde sobresalen los platos autóctonos y las infaltables empanadas.

La hermosa provincia norteña no sólo nos ofrece sus paisajes de ensueño, vinos con carácter único y la amabilidad de su gente. Por pocos pesos, también podemos disfrutar de la buena mesa, donde sobresalen los platos autóctonos y las infaltables empanadas.
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Hablar de Salta “la linda” es retrotraernos a la época colonial, y también a la influencia de nuestros antepasados americanos. Desde el viejo Cabildo en la Plaza 9 de Julio, el Museo Antropológico de Alta Montaña, donde residen las momias incas, el Tren a las Nubes y el Teleférico del Cerro San Bernardo, entre otras atracciones, pasamos a la gastronomía, donde reinan las empanadas más ricas del país. Elaboradas con grasa de pella, carne cortada a cuchillo, papas y especias que varían según la receta de cada cocinera, son infaltables en la mesa de cada salteño que nos quiere agasajar. Y tampoco están ausentes en cualquier carta de un restaurante local.

Los tamales y las humitas, el locro y el cabrito al horno de barro, así como especialidades no tan difundidas como el frangollo, son platos regionales con reminiscencias a otra época, en la que los gauchos de Güemes forjaron parte de la historia de la Patria. Resulta imposible obviar la tentación de probar estas delicias, además de riquísimos postres como el dulce de cayote con nuez o el quesillo con miel de caña, porque además los precios del NOA son los más bajos de nuestro país.

Hoy Salta ofrece numerosas opciones para los amantes de la buena mesa. Una de ellas es la calle Balcarce, con su música folclórica, el calor de la gente y, por supuesto, la comida. En el Café del Tiempo se pueden degustar pastas caseras y un plato autóctono diferente, como es el risotto de quinua con pimientos. A pocos metros está Frida, que agrega a la propuesta regional especialidades mexicanas que nos permiten unir las costumbres gastronómicas incaicas, mayas y aztecas. Tanto en La Vieja Estación como en Gervasio, también es posible probar los deliciosos platos norteños a precios increíbles, que incluyen la posibilidad de disfrutar de la música tradicional de estos pagos. Para los más exigentes, ahora se agregó una opción más sofisticada, el Restaurante Terracota del Sheraton Hotel, a cargo del chef Dino Pisellini, formado en Italia, que aúna en la carta creativos platos de raigambre mediterránea con los productos nobles de las tierras del NOA.

Juan Carlos Fola

Especial para Infocampo

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