La roya de la soja es una enfermedad que apareció en algunas zonas productoras del país durante la campaña pasada. A partir de esta presencia los productores e investigadores comenzaron a plantear dudas acerca de esta patología.
Desde Infocampo consultamos a los especialistas que participaron del panel sobre roya de la soja desarrollado durante el último congreso de Aapresid y aquí les acercamos las respuestas que echan luz sobre algunas de las preguntas que quedaron sin respuesta, por falta de tiempo, en Rosario.
¿Desde cuándo está presente la roya en la Argentina? ¿Qué riesgos corren las distintas zonas productoras?
“La roya fue detectada durante el año 2003 por un grupo de técnicos del INTA, en ensayos que se realizaban en Cerro Azul, Misiones, y en dos lotes de productores de Gobernador Virasoro, Corrientes”, señaló Antonio Ivancovich, del INTA Pergamino.
“Los exámenes determinaron la presencia no sólo en las muestras de soja y en varios hospedantes alternativos provenientes de esas zonas geográficas, como Cajanus, Kudzu y Mucuna”.
“En el último ciclo del cultivo se observó además en Entre Ríos, Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Catamarca y Santa Fe”.
Un antes y un después
Daniel Ploper, de la Estación Experimental Agroindustrial de Obispo Colombres, marcó un antes y un después para la producción de soja a partir de la aparición de la enfermedad en el país.
“Esta situación plantea un nuevo desafío tanto para los técnicos como para los productores, ya que se trata de una epidemia capaz de provocar severos daños. En virtud del alto poder de dispersión y su gran potencial de daño, se deberá estar muy atento al progreso de esta enfermedad en las regiones donde ya fue detectada, así como de su posible presencia en los sitios en donde aún no fue encontrada. Mientras tanto, hará falta capacitarse para su correcta identificación e ir conociendo las estrategias de control disponibles en el país”, comentó el especialista.
Mencionó, además, que no se conoce aún el grado de resistencia de los cultivares utilizados actualmente, “aunque hay razones para suponer que la mayoría son susceptibles, por lo tanto en una primera etapa será necesario recurrir al uso de fungicidas foliares para el manejo de la enfermedad”.
Los principales focos se registraron en la región del noroeste, en el área ubicada entre los 22 y 29° grados de latitud sur y entre los 63 y 68° grados de longitud oeste, donde el clima se caracteriza por ser de tipo subtropical, con típico régimen de lluvias monzónico.
Allí el 80% de las precipitaciones están concentradas entre los meses de noviembre y abril.
Justamente allí es donde se registró la mayor expansión agrícola de este cultivo en la campaña pasada.
Dónde y cuándo
“Desplazó en muchas zonas a la caña de azúcar, poroto, maíz y ganadería, por su mayor rentabilidad derivada de la tecnología de manejo empleada y los menores costos de producción. Avanzó en áreas con registros anuales de lluvias que oscilan entre 560 y 1.100 mm, con un gradiente creciente de este a oeste”.
“Las temperaturas medias anuales de la parte sur de la región son de alrededor de 19° C, aumentando hacia el norte hasta 22° C en Tartagal, Salta, pero decreciendo en altitud en ciertas zonas de las provincias de Salta y Jujuy”, especificó el técnico.
Y agregó que “la roya se detectó en el mes de abril de este año. Especialmente en Catamarca y al norte de Salta y generó una lógica preocupación dentro de todos los sectores ligados a esta producción”.
Llegó para quedarse
¿De ahora en más, habrá que convivir con la roya o aparecerá esporádicamente?
Ante esta pregunta, los técnicos remiten a las características de la enfermedad y afirman que por la capacidad de dispersarse a través del aire y por alojarse en otras especies que conviven en los lotes o en los bordes, la roya vino para quedarse.
Tadashi Yorinori, investigador del Embrapa, organismo de Brasil que trabaja intensamente en el estudio del comportamiento de la enfermedad, señala que “es imprevisible, cuya ocurrencia inicial y su mayor o menor severidad dependen de las condiciones climáticas y de la proximidad de la fuente de inóculo, pudiendo variar en gran medida de año a año. Por lo tanto, es fundamental que cada productor y que los técnicos que proporcionan asistencia, estén continuamente atentos, realizando el monitoreo del laboreo para detectar los primeros síntomas”.
Aparición en Sudamérica
La roya “asiática” en tierras sudamericanas apareció recientemente. “En el año 2001, por lo tanto, no existen muchos detalles sobre su epidemiología y la variabilidad del hongo deben aún ser exhaustivamente investigados.
La expectativa es que la roya de la soja se transforme en una enfermedad severa y permanente en las regiones más lluviosas y altas, esencialmente en aquellas que superen los 800 metros y en la región sur, donde hay abundante formación de rocío y temperaturas más templadas en el verano”, sentenció Yorinori.
El experto pronosticó que “a lo largo de los años y en función de las variaciones climáticas, podrán ocurrir fluctuaciones en la severidad de la enfermedad o incluso ausencia de la misma.
El cultivo ininterrumpido de la soja en áreas irrigadas o de secano y la presencia continua de plantas voluntarias representan una amenaza constante, ya que la propia soja es la hospedante alternativa entre cosechas.
La limitada fuente de resistencia genética ante la variabilidad del hongo y la presencia continua de inóculo en sojas de segunda, las plantas guachas entre cosechas, la soja perenne y las plantas hospedantes dañinas dificultan la solución por esta vía en el corto y mediano plazo”, especificó.
Anticipo: qué puede pasar esta campaña
¿La presencia de inóculos de roya de la campaña anterior asegura presencia de inóculo para esta campaña?
-Si bien no se puede precisar acerca de la presencia o no de la enfermedad en la próxima campaña, los investigadores advierten que nada hace prever que no se produzcan ataques.
Marcelo Carmona, investigador del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, señaló que “los resultados corroboran que la enfermedad adquirió carácter epidémico en las localidades donde se registró la aparición durante la campaña sojera pasada”. Agregó, además, que “el conocimiento de las características sintomatológicas y epidemiológicas de la enfermedad, así como de las posibilidades de ejercer un manejo integrado de ella utilizando el monitoreo permanente y el control químico en forma racional como herramientas fundamentales, permitirá disminuir en la Argentina, la magnitud de los posibles daños”. Indicó, además, que “el hospedante susceptible resultó ser el propio cultivo, ya que la resistencia no fue una meta prioritaria en el país y tampoco se cuenta mundialmente con resistencia genética exitosa, segura y durable”. Respecto del patógeno, el académico advirtió que “estamos cercados por inóculo proveniente de Brasil, Paraguay y Bolivia y de algunos focos nacionales que ya fueron previamente declarados”.
Fungicidas milagrosos para la roya
En el corto plazo, el manejo con fungicidas es la única herramienta disponible. ¿Qué moléculas son las más recomendadas?
-Los investigadores coinciden en que para el manejo sanitario de la enfermedad, entre las principales alternativas están el uso de cultivares resistentes y fungicidas de aplicación foliar.
Antonio Ivancovich señaló que existen cuatro genes de resistencia -Rpp1, Rpp2, Rpp3 y Rpp4- que fueron identificados en PI 200692, PI 230970, PI 462312 (Ankur) y PI 459025, respectivamente. “La condicionante es la falta de disponibilidad de estos materiales por el escaso tiempo de las investigaciones”, dijo.
Ante esta situación, Ivancovich recomienda el uso de fungicidas foliares “apenas detectados los primeros síntomas. Es una herramienta válida para minimizar los daños causados por la roya”, especificó. El clima es uno de los principales factores para la aparición de esta patología; por lo tanto, “si persisten durante un tiempo prolongado pueden requerirse varias aplicaciones. Estamos hablando de triazoles, estrobilurinas y mezclas de estrobilurinas con triazoles.
Para Yorinori “actualmente, el único medio de control es el uso de estos agroquímicos y los clasificó en etapas: una, preventiva, y otra, curativa.