Si bien el lúpulo es el ingrediente con menor porcentaje en la cerveza, tiene un valor fundamental al ser el responsable del aroma, amargor y sabor de esta bebida. Además, tiene un rol clave en la estabilización de la espuma, generada previamente por la malta de cebada.
Esta flor se cultiva en pocos países en el mundo, debido al clima y Argentina tiene el privilegio de ser uno de ellos. Actualmente se cosechan 200 toneladas de lúpulo al año distribuidas en más de 150 hectáreas, principalmente en Río Negro. La cosecha de esta flor comienza a fines de febrero y termina a fines de marzo, cosechándose entre 3 y 6 hectáreas por día. El lúpulo crece de manera vertical y alcanza hasta 6 metros de altura.
Existen dos grupos diferentes de esta flor. Uno que aporta el amargor, dado que tiene un contenido más importante de ácidos alfa. Y el otro que da el aroma a la cerveza gracias a que tiene un contenido más significativo en aceites esenciales.
El lúpulo es el responsable del característico sabor amargo de esta bebida y se mide internacionalmente a través del IBU (International Bitterness Unit), la Unidad Internacional de Amargor. Cuanto mayor sea las IBU, más amarga será la cerveza.
Beneficios para la salud
Gracias a su composición natural, esta flor le confiere a la cerveza algunas de sus propiedades saludables. En la actualidad, existen estudios que prueban que es un potencial candidato para la prevención de trastornos neurodegenerativos y algunos tipos de cáncer.
Los ácidos del lúpulo proporcionan estabilidad antibacteriana y funcionan como conservante natural. Además, se demostró que el principal constituyente de los ácidos del lúpulo, la humulona, inhiben la resorción ósea (perdida de calcio del hueso), lo que indica beneficio frente a la osteoporosis.
Para completar, el lúpulo de la cerveza contribuye a prevenir las enfermedades cardiovasculares o el envejecimiento.
