Agradeciendo al Partido (Coalición Cívica) que mayor coherencia mostró en relación al agro, considero que la idea de un impuesto a la renta extraordinaria constituye una conceptualización económica equívoca de raigambre metafísica, al mejor estilo del “precio justo” de Aristóteles y Santo Tomas. Varias son las debilidades de la propuesta:
1) El término renta extraordinaria es ambiguo y de difícil definición. Esta calificación: ¿alude al beneficio bruto, al operativo, con o sin amortizaciones, antes o después de intereses, antes o después de impuestos? ¿Cómo ponderamos el riesgo…? ¿Cómo valoramos el tiempo (retorno de la inversión, rotación, etc…)?
Se puede ganar mucho arriesgando mucho y ganar poco arriesgando poco, mucho arriesgando poco y poco arriesgando mucho. Hay negocios estables, otros impredecibles, otros erráticos y algunos absolutamente desconocidos hasta que un pionero decide invertir o crear. No es lo mismo ganar el 30% sobre una mercadería que puedo rotar 20 veces en un año que el 30% sobre bienes que rotan solo una o dos.
2) La estima de “extraordinario” depende de valoraciones subjetivas y arbitrarias. Existen criterios para todos los gustos, variables infinitas y parámetros múltiples para juzgar el mas y el menos de una renta (el capital, el total facturado, el activo, la inversión realizada, la antigüedad en el negocio). Una renta anual puede ser buena (extraordinaria) en relación con alguno de estos parámetros y mala en relación con otros.
3) ¿Recaudará más el Estado con este tipo de medidas? No es lo que se desprende de la curva Laffer. La expectativa subjetiva y personal de una renta extraordinaria, mas allá de la dificultad para definirla, es lo que mueve a inversores, emprendedores, empresarios a dejar de hacer lo que están haciendo para hacer otra cosa, a preocuparse y arriesgar mas, en definitiva a impulsar la generación de riqueza a nuevos horizontes. Nadie hará un esfuerzo sorprendente si percibe que su dedicación en vez de ser recompensada será castigada con una alícuota progresiva al éxito. Equivale a achicar la comisión de ventas de un vendedor a medida que mejora su performance para “que no gane tanto”.
4) Peor para todos. Castigando la renta extraordinaria eliminamos la principal “señal” (señuelo) que tiene el inversor para orientarse a actividades en las que amerita invertir de la misma manera que el control de precios de Moreno desorienta al mercado generando distorsiones que la realidad se cobra con intereses. Así como un alto precio actúa como llamador para que quien pueda ofrecer lo mismo a un precio menor entre en el negocio, aumente la competencia y en definitiva el precio baje (lo que no ocurre cuando hay control); de la misma manera la renta “extraordinaria” es una invitación a los agentes económicos a concurrir a dicho negocio, a imitar determinadas conductas y a generar valor económico genuino.
5) Las objeciones son infinitas: ¿Qué haremos cuando circunstancias excepcionales impredecibles generen ganancias “contables” extraordinarias como ocurre con la revalorización de la hacienda después de años de estar los preciso “pisados? ¿Qué haremos con la falta de ajuste por inflación o de los mínimos no imponibles? ¿Debemos sancionar más impuestos cuando estamos atravesados por muchos de ellos que fueron sancionados “por un tiempo” y nuestra presión impositiva es igual a la de Suiza, sin los servicios de Suiza?
6) El hecho que la CC haya aclarado que el impuesto a la renta extraordinaria será para todos los sectores de la economía no subsana esta dificultad; sólo hace realidad la frase “mal de muchos consuelo de tontos” y deja sin explicar ¿Por que mantener al campo sometido a la tortura de las retenciones hasta tanto esta ley sea sancionada como condición inexcusable para su eliminación? O es para todos la cobija o es para todos el invierno.
Nuestro problema como país no son las rentas extraordinarias sino los gastos extraordinarios de un estatismo siniestro y extraordinario en el contexto de un despilfarro extraordinario y de una corrupcíon extraordinaria. El gasto público consolidado (Nación/provincia/municipios) que llegaba a los USD 50.000 Millones durante Alfonsín, se incrementò a USD 100.000 durante Menem (a pesar de las privatizaciones) y en la actualidad supera los USD 150.000 sin que hayan mejorado mucho la educación, la seguridad y la justicia.
Reconociendo en la CC al partido que más hizo por el campo, recordamos a Mariano Moreno cuando dijo: “El pueblo no debe contentarse con que sus xefes obren bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal, que sus pasiones tengan un dique más firme que el de su propia virtud”.
Está en juego el constitucional derecho de propiedad (“La Constitución se creó para proteger a las gentes de los peligros de las buenas intenciones”).
* El autor es productor autoconvocado y consultor de empresas
Especial para Infocampo.com.ar