Pruebas a campo realizadas en ocho sitios diferentes de las provincias de Córdoba y Santa Fe revelaron que la aplicación conjunta de una combinación balanceada de macro y micronutrientes aplicados en forma foliar, dio una respuesta promedio de 510 kilos de materia seca por hectárea, es decir un rollo adicional de alfalfa por hectárea de cultivo.
Por otra parte, la fertilización granulada a base de nitratos es una alternativa para refertilizaciones con gran impacto en la productividad y persistencia de las pasturas, ya que mientras esa fuente es prácticamente neutra en lo que se refiere al pH de los suelos, otras fuentes tienden a producir acidificación y esa condición es una de las principales limitantes para el cultivo de alfalfa. Un suelo de pH 6 puede disminuir hasta un 50% el rendimiento de esta leguminosa y, por debajo de esos niveles, la caída es más abrupta aún.
“La situación es grave si se tiene en cuenta que los suelos de la pampa húmeda en general están manifestando pH relativamente bajo, debido a la extracción de bases y al uso de ciertos fertilizantes nitrogenados que a través del proceso de nitrificación del amonio liberan iones que pueden producir acidez en el suelo, por eso es fundamental emplear fertilizantes que utilicen al nitrato como fuente de nitrógeno”, afirma la ingeniera agrónoma Lucía Casco, responsable técnica de la empresa Yara para la provincia de Santa Fe.
Por otra parte está demostrado que la aplicación balanceada de nutrientes, tanto a la siembra como en refertilizaciones, genera un aumento de productividad, permite anticipar la oferta forrajera, mejora la calidad y favorece las eficiencias en el uso de otros insumos importantes de los sistemas productivos.
La provisión adecuada de bases nutricionales como calcio y magnesio favorece un incremento en el volumen de rendimiento, mientras que la aplicación de fósforo y azufre incrementa la producción de materia seca, mejora la persistencia de la pastura, promueve una mejor nodulación y mejora la eficiencia de uso de agua asociada al desarrollo radicular prominente.
Como complemento, la fertilización foliar es una práctica que promueve incrementos de producción de raciones por hectárea disminuyendo los costos fijos de la materia seca producida. En este sentido cabe destacar que el resultado de los 510 kilos adicionales de materia seca por hectárea obtenido en los ensayos mencionados se logró a partir de una fertilización foliar que incluyó boro, nitrógeno, fósforo, potasio, cobre, manganeso, molibdeno y zinc.
Según la ingeniera agrónoma Lucía Casco, responsable de Desarrollo de Yara en la Región de Santa Fe, “Es necesario acompañar la producción de alfalfa de alta performance con paquetes tecnológicos diseñados para cada condición, con fertilizantes eficientes y sustentables. A través del aporte balanceado de nutrientes se debe buscar potenciar el rendimiento, así como mejorar las propiedades del suelo de manera de constituir un aporte positivo al sistema productivo a través de los años”.