El pasado 24 de abril en la ciudad de Pergamino (Buenos Aires) se realizó el primer Encuentro Nacional de Fitopatólogos en Trigo organizado por Rizobacter Argentina SA. Del encuentro participaron los investigadores Erlei Melo Reis (Universidad de Passo Fundo-Brasil), Mercedes Scandiani (Laboratorio Agrícola San Pedro), Margarita Sillón (Facultad de Esperanza), Daniel Plopper (EEA Obispo Colombres), Marcelo Carmona (Faculta de Agronomía UBA), Marina Sisterna y Analía Perelló (Universidad Nacional de La Plata), Cristina Palacio (Servicios de Investigación y Estudios Fitopatológicos). Gustavo Gonzales Anta, Rubén Mastronardi, Rosa María Capalbo y Micaela Zaro son profesionales de Rizobacter que formaron parte de la reunión.
Infocampo profundizó sobre los puntos más importantes discutidos a través de una charla con Marcelo Carmona, docente de la cátedra de Fitopatología de la Facultad de Agronomía (UBA). Se expusieron las nuevas enfermedades transmisibles a través de la semillas de trigo. Los nuevos patógenos son especies de Alternaria (por ejemplo, triticinia), a lo que se sumó la detección a nivel molecular de Septoria tritici, en semillas de trigo, lo cual fue determinado en la Universidad Nacional de La Plata. Por su parte la Facultad de Agronomía (UBA) detectó Rhynhosporum secalis también a nivel molecular, agente causal de la escaldadura de la cebada.
En la reunión se analizó sobre las características de diferentes zonas presentadas por los especialistas. “Coincidimos en que las zonas del nordeste de Buenos Aires, Sante Fe y Entre Ríos reunen las condiciones más predisponentes para el desarrollo de las enfermedades”, explicó Carmona.
Se debatió sobre las características de selección y almacenamiento de granos destinados a la siembra, la elección de los lotes que irán a semilla previo a la implantación del cultivo y se plantearon las alternativas para mejorar los procedimientos de protección del embrión.
Carmona enfatizó mucho en este punto y sostuvo que, “efectuando una recorrida por diversos campos, observamos que los productores y asesores eligen los lotes destinados a semilla (lotes fundación) cuando maduran, y en realidad deberían elegirse antes de la siembra.
Estos lotes deben tener una historia de rotación de cultivos (es decir sin rastrojos del cultivo a implantar), a su vez tiene que utilizarse una semilla sana, para ello hay que realizar un análisis sanitario o de lo contrario debe aplicarse el mejor fungicida. De esta manera la semilla tiene una identidad propia dada por lo tratamientos que recibió para su logro”.
De acuerdo al investigador, “hoy en día los criaderos venden las semillas sin información de sanidad. La propuesta de la cátedra de Fitopatología (UBA) es que cuando el productor compre la semilla, conozca que patógenos hay en ella y pueda decidir qué funguicidas debería utilizar”.