El técnico comentó que en la zona la tecnología no ofrece problemas en lotes bajo riego. Sin embargo en secano, que es donde está el desafío, la disponibilidad de agua en el perfil es clave para que la práctica tenga éxito. De no llover, lo que puede darse son tres situaciones:
a) Que la siembra se retrase tanto que se pierda la ventaja de la intersiembra.
b) Que haya un mínimo de humedad que permita la germinación de la semilla de soja, pero que luego, por falta de humedad, la plántula se deseque y muera, con consiguiente pérdida de stand de plantas.
c) Que los nacimientos sean desparejos y por tanto se pierda uniformidad de implantación.
Según Abbate, de acuerdo con una modelización de la siembra de soja intersembrada en esa región, en función del clima, el riesgo de que fracase es de uno cada cinco años.
Sin embargo, en el peor de los casos, no significaría más que resignar algo del potencial de rendimiento del trigo, ya que de por sí o bien la soja de segunda tiene mucho riesgo o bien directamente no se puede realizar.
Respecto de la difusión que pueda tener esta práctica, Abbate opinó que el secano desde ya es una (con riego es una tecnología muy segura). La otra limitante es el conocimiento de manejo necesario para llevarla adelante. âHay que estarle al lote mucho más encimaâ, graficó el técnico.
Entre los aspectos a estudiar Abbate destacó el manejo de la densidad de siembra frente a una reducción de los surcos sembrados. Saber cuánto y hasta dónde se puede aumentarla es una de las claves de esta tecnología.
También es decisiva la proporción de trigo y soja que optimiza el retorno económico de la intersiembra. âHay mucho para investigarâ, resumió el profesional.
