Las proteínas artificiales musculares, o la “carne sin carne”, fue uno de los temas más destacados durante la segunda jornada de la Mesa de las Carnes en el marco de la Exposición Rural de Palermo.
La charla estuvo a cargo de Juan José Grigera Naón, secretario y el coordinador del Comité de Carnes de la Sociedad Rural Argentina (SRA), quien ya desde el comienzo dejó en claro que el producto “no es carne” y analizó su denominación, que genera debate a nivel mundial.
“Quienes lo proponen prefieren llamarlo carne artificial y no músculo artificial, o incluso proteínas artificiales musculares, que sería, realmente, el término preciso”, dijo. Es que, según Grigera Naón, los expertos reconocen que el término carne “responde a valores positivos como alto valor nutritivo, alta aceptación popular“, dado que es un producto ampliamente consumido de distintas maneras a lo largo y ancho del mundo.
En ese sentido, el dirigente recordó que un corte de carne animal “demanda tres años de trabajo” mientras que este nuevo producto “sólo requiere unas pocas semanas de elaboración”.
“Usar el término carne para otro producto que la imita es falso y lleva a la confusión del consumidor. Es vender un producto bajo el nombre de otro y esto debe ser reflejado claramente en un eventual etiquetado”, señaló, y planteó que se está solicitando que estas definiciones sean incluidas en las resoluciones de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la Oficina Permanente de la Carne y que se incluyan en el Codex Alimentario nacional e internacional.
cómo se logran las proteínas artificiales musculares
Grigera Naón detalló que las proteínas artificiales musculares se obtienen “extrayendo tejido muscular o células madres de un bovino, se lo lleva a un gran biorreactor donde se acelera el proceso, y así se llega a células que se van agregando y al producto definitivo”.
Para acelerar el proceso, se utiliza una gran cantidad de nutrientes de origen químico para que las células crezcan a una alta velocidad. “El tema es que estos nutrientes provienen de la industria química, entonces si pensamos que llegamos al producto carne, tal cual lo conocemos, este producto no sería aceptado por la Unión Europea, porque una de las condiciones de la Unión Europea es que las producciones deben ser sin el uso de promotores de crecimiento, que por eso están prohibidos en la República Argentina”, subrayó el técnico.
Y se refirió al nivel de aceptación que tiene el nuevo producto, para lo cual se basó en un estudio realizado en Estados Unidos. “Los menores de 40 años están dispuestos a probarlo, lo que no quiere decir aceptarlo. En Argentina, el 17% de los jóvenes hasta los 24 a 25 años están dispuestos a probarlo”, aseguró.
“El desafío de este producto es imitar a la carne y también usar el término carne, también utilizar el término calidad, percepción sensorial, a un precio razonable, que tiene que ser aceptado por los consumidores. En este marco, se quiere convencer al público que lleva beneficios sensoriales, de seguridad alimentaria, saludables y de preservación del medio ambiente, cosas que al momento de hoy son inciertas”, cerró Grigera Naón.