Según indicaron desde la reconocida Universidad de Oxford, el impacto ambiental y social sería muy grande, ya que consideran que esta medida “podría salvar unas 220.000 vidas para 2020 en todo el mundo, con enormes beneficios medioambientales”.
Marco Springmann, investigador principal, explicó que el consumo de carne roja y procesada supera los niveles recomendados en la mayoría de los países desarrollados, con impactos significativos no sólo en la salud de las personas, sino también en la economía y en el medio ambiente.
Por este motivo, proponen incluir en el precio al consumidor el costo social y ambiental, particularmente en los países de ingresos medios y altos.
En cuanto a la salud, los investigadores estimaron que los costos derivados de problemas de la salud por el consumo de estas carne para el año 2020, serían de 285 mil millones de dólares, de los cuales un 75% provendrían del consumo de carne procesada.
En condiciones fiscales óptimas, los precios de la carne procesada aumentarían en promedio en un 25%, del 1% en los países de bajos ingresos, a más del 100% en los países de altos ingresos, mientras que los precios de la carne roja aumentarían en un 4%, del 0,2% a más del 20%.
Tras esta medida, aseguran que el consumo de carne procesada disminuiría en un promedio del 16%, lo que daría como resultado una disminución del 9% en el número de muertes atribuibles al consumo de carne roja y carne procesada.
Por otra parte, en cuanto a los beneficios climáticos, estos mismos estarían vinculados a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, como el metano y el óxido nitroso.
Aseguran que los resultados son imapactantes: para el equipo que realizó el estudio, un impuesto de este tipo sólo en el Reino Unido evitaría casi 6.000 muertes al año y salvaría la economía de su sistema de salud, ahorrando más de 700 millones de libras en costos sanitarios.
“Espero que los gobiernos consideren seriamente la propuesta de aplicar un impuesto sobre la carne roja y la carne procesada” concluyó Springmann.