Porque te quiero te aporreo, según reza el refrán, es la actitud puesta de manifiesto por el Gobierno Nacional ante los reclamos efectuados por el sector agropecuario de que se eliminen las retenciones a las exportaciones y se reduzca la excesiva presión tributaria. La profunda crisis que atravesó la Argentina durante el año 2001 y que nos puso al borde de la disgregación social, determinó que el campo, señalado como uno de los mayores beneficiados por la devaluación, debiera aportar mediante las retenciones una parte de sus ganancias para la puesta en marcha, entre otras cuestiones, de diferentes planes sociales.
La rentabilidad que comenzaron a tener los productores , en particular de la mano de los excelentes precios internacionales de la soja y en menor medida del resto de los cereales, generó un flujo de fondos que sumado al resto de las actividades económicas del país le permitió al Estado contar con el mayor superávit fiscal de los últimos cincuenta años, casi 20.000 millones de dólares.
Mientras tanto, al amparo del campo no sólo se beneficiaron los excluidos sino fundamentalmente los habitantes del interior. Crecieron las ventas de maquinarias, de insumos, las ciudades comenzaron a revivir, trabajaba más el peón de campo, el transportista , la estación de servicio, el carnicero, el verdulero.
Con sólo entrar al pueblo uno ya se daba cuenta que hasta el humor de la gente había cambiado. Pero claro, muchos entendidos suponen aún que el campo argentino son los grandes terratenientes.
Se olvidan de los pequeños y medianos productores de algodón, de yerba mate, de frutas, de verduras, de tabaco, de ganado, y de tantas otras producciones, que a lo largo y lo ancho del país, se la juegan todos los días.
La actualidad nos dice que la situación ya no es la misma. La solución estará quizás, por el lado de instaurar retenciones móviles, de beneficiar inicialmente a producciones regionales o de eliminarlas gradualmente.
Horacio Esteban
Especial para Infocampo
