Las primeras sospechas sobre el contagio de fiebre aftosa en China empezaron a mitad del mes pasado y desde entonces la alarma no paró de incrementarse.
Si bien ya se sacrificaron más de 200 cerdos por sospechar que estaban enfermos de aftosa, también se corrió el rumor de que podría tratarse de gripe aviar.
Mientras tanto, el consumo de carne de porcino viene descendiendo bruscamente en el país asiático.
Por otra parte, se informó que unos estudiantes serían los sospechosos de crear la alarma por fiebre aftosa en Nueva Zelanda. La carta dirigida al Primer Ministro de ese país, en la que se informaba que el virus de la enfermedad se había propagado intencionadamente en la isla Waiheke, sigue considerándose una broma.
No obstante, esto no ha evitado que se lleve a cabo una investigación policial para descubrir al culpable y los primeros resultados habrían señalado como sospechosos a unos estudiantes de la Universidad de Massey, que están celebrando la semana del inocente.
La carta indicaba que se liberaría más virus en otras zonas, si no se pagaba un rescate y se mejoraba el sistema de impuestos del país.
Paralelamente, la administración neocelandesa está comprobando si es o no cierto que se haya liberado el virus en dicha isla.
Funcionarios del Ministerio de Agricultura ya se pusieron en contacto con 18 de los 39 granjeros existentes en la isla, en un proceso que incluirá reuniones con todos los productores de la región.
Además, todo el ganado será analizado cada 48 horas durante 14 días, que es el máximo período de incubación para que aparezcan los síntomas clínicos de la fiebre aftosa.
En este contexto y avalados por la falta de una desmentida oficial, la Unión Europea, Japón y México ya cerraron sus fronteras a la producción de Nueva Zelanda.
La economía de ese país tiene una fuerte dependencia del sector agrícola y una epizootia de fiebre aftosa afectaría gravemente a sus exportaciones, que se calculan en 30.000 millones de dólares.
