Publicado recientemente por el INTA, el “Relevamiento del comercio minorista de la floricultura en la Argentina”, condensa por primera vez en un atlas la cadena minorista mediante la cual las flores y plantas ornamentales producidas en las distintas regiones llegan a los consumidores. El trabajo abarcó canales tradicionales y puestos en la vía pública, muy extendidos en la ciudad de Buenos Aires.
Según Daniel Morisigue, director del Instituto de Floricultura del INTA, “es la primera vez que se logra condensar y cuantificar en una publicación al comercio minorista florícola de toda la Argentina”. Con este atlas se busca a dar visibilidad hacia la sociedad a otra parte de la cadena, a través del cual llegan a los consumidores, las flores y plantas ornamentales producidas en las distintas regiones.
Ingrid Villanova, investigadora del mismo instituto, indicó: “La información es inédita y brinda un panorama en cada región de nuestro país y en cada provincia de la importancia de la floricultura en el orden comercial”. En el mismo sentido, explicó que “constituye un punto de partida para que desde cada región se amplíe la información y se busque promover su desarrollo, principalmente en algunas economías regionales donde la actividad tiene aún mucho potencial para continuar desarrollándose”.
En todo el país se relevaron cerca de 2800 viveros y florerías, de los cuales el 82 % se concentra en la región Pampeana, con más de 2000 puntos de venta. Casi la totalidad de estos, situados en la provincia de Buenos Aires, con predominio en el Área Metropolitana (AMBA).
En la zona extra pampeana, sólo la provincia de Mendoza alcanza los 100 comercios de flores y viveros. En cada región se observan escenarios diferentes en cuanto al número de locales de venta: en Patagonia prevalece la provincia de Río Negro –con alrededor de 50 comercios–, en el NEA lideran Corrientes y Chaco y en el NOA, Salta se destaca sobre las demás.
En cuanto a la participación por tipo de negocio en el orden nacional, el relevamiento observó un porcentaje levemente mayor de florerías –54 %– que viveros.
Salvo en Cuyo, en el resto de las regiones predominan las florerías. En ese sentido, se destaca el NEA, donde 7 de cada 10 son florerías.
En la ciudad de Buenos Aires, el relevamiento arrojó que 5 de cada 10 comercios exclusivos de flores y plantas son puestos de flores en la vía pública. Este guarismo marcó la importancia de este tipo de negocio en el sector, que otorga un dinamismo diferente a la región respecto de otras, y la necesidad de medir otros canales de venta, como los mercados itinerantes –ferias–, donde se comercializan por ser productos de compra ocasional o por impulso.
Además, han comenzado a crecer en importancia nuevas formas de consumo no presencial, mediante el e-commerce, que ameritan estudios de mercado en torno a su expansión.
Promover la actividad
De acuerdo con Morisigue, “el Instituto de Floricultura busca darle mayor visibilidad a toda la cadena de flores y plantas, para que sea valorada como actividad económica y productiva”. Además, transfiere a este sector de la cadena las innovaciones que desarrolla, para “que pueden aportar a la mejora del producto final, como lo es la tecnología de la poscosecha”, observó y destacó “la creciente participación de los profesionales del instituto en los eventos del sector”.
Como parte del Plan de Mejora Competitiva perteneciente al Clúster Florícola del AMBA y San Pedro –iniciativa del Programa de Servicios Agropecuarios Provinciales (PROSAP)– se relevó la actividad del sector donde se concentra la producción y comercialización nacional.
“La información obtenida constituye un punto de partida para otros trabajos de investigación que busquen profundizar otros aspectos en torno al comercio minorista teniendo en cuenta su relevancia en los ámbitos comerciales locales como así también constituye un insumo para el desarrollo de las economías regionales que permitan promover la actividad”, indicaron los autores.
El estudio se realizó en el marco del proyecto “Relevamiento y difusión de información clave del sector florícola del Área Metropolitana de Buenos Aires y San Pedro”. Además de Morisigue y Villanova, los autores fueron María José Pizarro del INTA Torquinst y Néstor Barrionuevo del Instituto de Clima y Agua.