Según un relevamiento realizado por especialistas del INTA Balcarce, los niveles actuales de materia orgánica en los suelos de toda la región pampeana muestran valores entre un 30% y 40 % menores respecto a los suelos en condición prístina.
Por eso, toda estrategia de nutrición mineral debe contrarrestar el impacto negativo de esta caída y contribuir a la salud de los suelos para mejorar el balance de carbono.
Una adecuada concentración de nutrientes esenciales, secundarios y micro son necesarios para el crecimiento y desarrollo de estructuras radiculares y nodulares.
¿Qué aporta cada nutriente en un planteo de nutrición balanceada? El calcio en las formulaciones, básicamente, gobierna la entrega de todos los minerales a las células. El magnesio, por su parte, es vital en el proceso de fotosíntesis y fijación simbiótica del nitrógeno atmosférico.
En el caso del azufre y el boro participan en la síntesis de proteínas. El potasio desempeña un rol importante en la regulación del agua en las plantas y el fosforo interviene en cada proceso de la planta que involucra transferencia de energía y, por tanto, en todas las reacciones que ocurren entre las plantas y el suelo.
Todas las condiciones de una nutrición balanceada las contiene MIST-Balance, de la empresa Kioshi Stone , que es una suspensión mineral, especialmente formulada para nutrir el cultivo de soja.
“Durante la campaña pasada realizamos un ensayo en la zona de Rafaela, Santa Fe, donde el lote tratado con Mist Vivificante de semilla y Mist-Balance y se logró un rinde 28,5% mayor al lote testigo, es decir, 1.192 kilos más por hectárea”, aseguró Gabriel Lema, presidente de la compañía, a lo que agrega que las principales ventajas de MISTS-Balance radican en que facilita la aplicación, ya que este tipo de fertilizante a base de nanopartículas se puede utilizar con los sistemas de pulverizaciones terrestres, aéreas y también con el riego.
Asimismo, Mist-Balance remedia la deficiencia de los nutrientes básicos y elimina la toxicidad de aluminio y hierro, mejorando los suelos con pH ácidos (menores a 5,5), y permitiendo así que la disponibilidad de fósforo aumente.