Bien se recuerda que en el boxeo, actividad gloriosa en nuestro deporte, las piernas son el sustento de cualquier estrategia arriba del ring. Sin piernas ágiles y sólidas ningún golpe llegará a destino, y muy probablemente lleguen los del rival.
A la hora de esquilar una oveja no hay un oponente que amenace con golpear pero sí hay ciertas similitudes.
El encargado de la intensa labor, que en temporadas altas puede repetirse más de 200 veces por día, dependerá del uso de sus dos piernas para someter al animal en su misma línea corporal y así poder quitarle toda su lana, que se pretende impoluta, para que los playeros empiecen su tarea en las mesas de trabajo y separen lo desechable de lo comercialmente apto.
En el pabellón Ocre de la última Exposición Rural de Palermo el equipo de Infocampo presenció la esquila de una oveja. El animal era cruza de varias razas y con mucha más lana de la aconsejable para sus movimientos, hecho que dificultó la tarea del esquilador.
“Somos de Santa Cruz y representamos al programa ProLana allí. Sin embargo tuvimos un percance con nuestro rebaño a último momento y no pudimos traerlo, pero logramos conseguir otros animales aquí por Cañuelas, en Buenos Aires”, contó Fabio Riquelme, supervisor local en el sur.
Sin embargo, la escuadra llegada desde el rincón austral del país no se amilanó y le hizo frente a los miles de porteños que se acercaron a los salones de La Rural en Palermo.
Allí dieron clase de cómo preparar al animal para la esquila y sobre todo pusieron el foco en la necesidad de conservar el status sanitario del rodeo.
“Vinimos a hacer una exhibición de esquila y de acondicionamiento de lana de este programa que opera a nivel nacional”, contó en la charla con este medio.
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“Oscar Bamonde, nuestro esquilador, lo que va logrando es una armonía con el animal en la que las piernas suyas son las que van moviendo a la oveja y lo acomoda para poder ir haciendo los cortes de manera correcta. Él aplica un sistema Tally Hi y Bowen, siempre con el animal suelto”, explicó mientras Bamonde, a pocos metros, avanzaba con el recorte capilar.
¿CÓMO SE HACE LA ESQUILA DE UNA OVEJA?
Los primeros trazos del esquilador arrancan por “la barriga”. Allí se traza una línea desde la cual se sigue hacia la entrepierna y luego hacia el cuarto trasero izquierdo.
“Antes se ataba al animal en sus extremidades, pero eso se dejó de hacer incentivados por Prolana. El programa hace foco en el bienestar animal y en la esquila suelta”, explicó Riquelme. El propio Oscar contó que aprendió la técnica gracias a un colega chileno.
“Él me hizo entender que por mi estatura era fundamental el uso de las piernas y no tanto de los brazos, porque hay otras maneras de voltear al animal aplicando fuerza de la cintura para arriba. Pero con este método se me facilita mucho el trabajo”, explicó.
Para lograr que no se dañe la lana buscada, la cual es muy buscada no solo por la industria argentina sino fundamentalmente para la exportación, los “peinazos” en el animal deberán ser planos a su piel y seguir la línea de sus patas.
Una vez terminada las primeras posiciones se sigue con la esquila del anca, cogote “corte ciego” y paleta izquierda, más los cortes largos del costillar, los del lomo, la paleta derecha y finalmente el costillar y cuarto derecho.
“Al animal, sí o sí, una vez al año hay que esquilarlo”, contó Riquelme.
¿Ayuda al animal el momento de la esquila? Por supuesto que más allá del susto que pueda tener por el proceso, es fundamental la pérdida de peso que puede complicarla en sus movimientos. El ganado de la raza merino suele arrojar un vellón de entre 4 y 5 kilos, y el “peso vivo” promedio de la raza está en el orden de los 50 kilogramos. Con lo cual, cada esquila anual la libera del 10% de su peso.
“A esta oveja que esquiló Oscar aquí en La Rural le habremos quitado de encima no menos de 8 o 9 kilos de peso extra con los que andaba sobre sí, porque es un animal ‘doble lana’ ya que hacía por lo menos año y medio que no se la esquilaba”, apuntó.
LA JORNADA LABORAL
En Las Heras, en Santa Cruz, desde donde llegaron Riquelme y Bamonde a La Rural se esquila entre octubre y noviembre.
El calendario luego sigue por latitudes más cálidas en el centro y norte del país, y finaliza en el mes de enero en Tierra del Fuego. El clima es lo que manda: en la estancia donde producen el termómetro en este invierno llegó a bajar hasta los -20°.
En la actualidad un trabajador de la lana ronda en promedio unas 180 ovejas esquiladas por día. Son 9 horas de trabajo y se divide en cuatro cuartos, de 2 horas y quince minutos cada cuarto.
“El uso comercial es para la exportación fundamentalmente. Pero se hace un gran proceso en el polo textil de Trelew, donde llega todo como lana sucia. Pero allí se hace un proceso de lavado, cardado y peinado y se exporta como bobina”, explicó.
Sin embargo, varias de las economías regionales toman el insumo y lo trabajan localmente de manera artesanal. “Hay hilados finos artesanales que tienen las distintas provincias. Incluso las asociaciones de criadores tienen cada una la suya”, explicó Riquelme.
Por eso uno de los aspectos más remarcados por el instructor ante el público fue el objetivo de no contaminar la materia prima.
“Lo principal es la limpieza del galpón de esquila, que siempre se tiene que mantener así porque todo elemento extraño que esté dando vueltas, lo más probable es que vaya a parar a la lana del animal. Y todo eso para la industria es inadmisible”, remarcó. Nylon, hilos, sogas para atar fardos o alambres pueden ser los elementos más habituales.
También, los productores ovinos encuadrados dentro del sistema ProLana clasifican su materia prima y también quedan obligados a firmar una declaración jurada por el material entregado al acopio.
“Y en los últimos años también estuvimos complicados con la importante presencia de guanacos en la zona. Porque la oveja puede tener muy buena genética, pero si no tiene la alimentación correcta no se expresa en calidad de la lana”, detalló.
La confianza en la genética del animal también sirve para que una vez esquilada la oveja salga directamente a campo, sin protección ante el clima.
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“Pero la producción ovina ha ido bajando en Santa Cruz. No solo hay que contabilizar al guanaco sino también a los depredadores porque hay que recordar que hay un efecto dominó que opera: cuando un campo vecino queda vacío es terreno fértil para la amenaza de los depredadores”, lamentó.
“Santa Cruz se pobló con el ovino. Llegó la oveja y a la vez llegó el hombre. Generamos soberanía porque es una producción que alcanza zonas geográficas con las que no podés llegar con otra producción”, cerró.