Federacion Agraria Argentina es una organización que representa a los pequeños y medianos productores y al movimiento cooperativo del país. Es heredera de la inmensa masa de inmigrantes que ocupaban el rol de trabajadores agrarios del modelo agroexportador (fines del siglo XIX y comienzo del XX) y que crearon este instrumento gremial para dejar de ser excluidos y forjarse como verdaderos productores y dueños de su trabajos.
Por lo tanto es lógico y hace a nuestra coherencia y convicciones que tengamos una mirada social y centrada en el sujeto agrario argentino. Dicho de otra forma somos una organización que nos preocupa la “sostenibilidad” del productor y no exclusivamente de la producción.
No se puede hablar de la actual situación política y económica sin antes referirnos a la última “foto” del sector agropecuario que tenemos a partir de los datos del último Censo Nacional Agropecuario. Según los datos del último censo del 2002 desaparecieron 103.405 productores en el país: de 421.221 productores que había en 1988, en el 2002 según el CNA hay 317.816 productores, el 24,5% menos. Solamente en la región pampeana de 196.254 productores que había en 1988, en el 2002 según el CNA hay 136.345 productores, un 30,5%.
Tomo cuarenta años para que, con algunas leyes como la ley de arrendamientos agrarios Nº 11.170 de 1921, la ley Nº 11.627 de 1932, (segunda ley de arrendamientos, que mejora la anterior), ley de colonización de 1940 Nº 12.636 (función social de la propiedad), ley Nº 13.246 de arrendamientos y aparcerías rurales, ley Nº 16.883 de reforma agraria de junio de 1966, etc. Y el Consejo Agrario Nacional – luego eliminado por decreto_ se propiciaran las condiciones para transformar a 95.000 arrendatarios en nuevos chacareros dueños de su tierra. Pero solo catorce años bastaron para que desaparecieran más de 100.000 productores.
En los últimos años percibimos que este proceso de expulsión de unidades productivas, extranjerización de la economía y concentración agraria se profundizo.
La pregunta que se impone es ¿Qué paso?, ¿ en que hemos fallado?; ¿Cómo llegamos a este presente?. País fracturado. Índices sociales muy altos de pobreza e indigencia que se esconden en los datos oficiales, desempleo, menos productores con más producción, menos pueblos del interior, menos lechería, ganadería, más monocultivo sin agregación de valor, etc.
La Federación Agraria cree que la causa de esta situación económica nacional y sectorial es la combinación del actual “paradigma del mercado” – de fines del 80 al presente – como único ordenador social, económico y político, que cambió la estructura social de este país por décadas, y la falta de políticas públicas que construyan una agenda agropecuaria pensada desde el pequeño y mediano productor como agente integrador del desarrollo y bienestar social del interior argentino.
Fruto de aquel paradigma neoliberal – que este gobierno no quiere cambiar – en el sector agropecuario nacional se impone un modelo agropecuario denominado “agricultura industrial”, de gran escala, que expulsa a los pequeños y medianos productores y consolida un modelo de concentración agraria en todas sus fases.
Por eso el último conflicto agrario desnuda la realidad – desconocida para muchos – del “chacarero tradicional” peleando aguerridamente para no desaparecer.
También emerge de ese conflicto un debate no saldado en nuestro país, – que es la discusión de fondo – sobre qué tipo de visión o modelo agropecuario y desarrollo tiene que tener las Argentina: ¿un modelo de agricultura empresarial a gran escala orientado a la productividad y por el mercado, timoneado por una vanguardia de empresarios “talentosos”, asociados muchos al Gobierno Nacional, que con mucha capacidad de inversión y acceso a tecnologías se han convertido en los nuevos actores “excluyente” del sector?, o ¿un modelo de desarrollo que partiendo de asegurar la integrabilidad biológica de los suelos, la rentabilidad de las explotaciones agropecuarias, privilegien a los actores que benefician y traigan el progreso en la comunidad donde viven y están asentadas las explotaciones y terminen así beneficiando al país?.
Cabe reconocer la expansión de la agricultura, la intensificación de la producción, el incremento de la productividad por hectárea, la rentabilidad asociada al “monocultivo sojero”, el avance de la tecnología.
Ahora, también hay que mirar qué hacemos con la gente que sobra en el interior, con los productores tradicionales excluidos que pertenecían al anterior modelo de explotación mixta, diversificada, con base familiar. La teoría del derrame prometida por la “vanguardia de empresarios sin tierras”, los grandes contratistas, etc. no se dio.
Lo que si se dio es la concentración de la producción (no solo de propiedad que viene de procesos históricos sino de concentración de gestión o sea de capital financiero que va mucho más allá de la propiedad), la exclusión de los pequeños productores y un modelo de producción que pone en serio riesgo a la tierra como recurso y como un bien dado que tiene exigencias y finalidad social.
Desde FAA creemos que el actual modelo empresarial a gran escala no contempla la realidad del pequeño y mediano productor. Los expulsa del sistema o los convierte en rentistas.
Por eso, la política tributaria, la de crédito (que hoy no existe), la política de precios agrícolas, la política tecnológica, la política de comercialización, los planes sectoriales por productos, debe contemplar al pequeño y mediano productor, al medio rural en forma integral, entendido como espacio territorial y social clave para el desarrollo integral y equitativo del país. Es posible un modelo de país más equilibrado, integral y que plantee como estrategia el desarrollo territorial y local que contemple las dimensiones sociales, económicas y ecológicas.
Por Eduardo Buzzi. Presidente de Federación Agraria Argentina