La falta de una Ley de Semillas aggiornada a la agricultura moderna es uno de los grandes debates pendientes del campo y la agroindustria argentinos: cada vez que se intenta avanzar en un nuevo proyecto normativo, las posiciones distantes entre entidades de productores y las empresas desarrolladoras de biotecnología, por el pago de regalías, terminan en un agujero negro.
La consecuencia es que, sin posibilidad de resguardar su propiedad intelectual, las compañías optan por desfinanciar sus programas de mejoramiento genético, y así el país pierde la posibilidad de aumentar productividad como hicieron otros orígenes, como el vecino Brasil.
Tal situación fue alertada, con crudeza, por Rodolfo Rossi, quien no solo es el presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja), el cultivo que es la principal fuente de dólares del país, sino que también es una palabra mayor en el tema, ya que es uno de los pioneros del mejoramiento genético en Argentina: entre otras cosas, fue quien introdujo la soja RR (resistente a glifosato) a mediados de los ’90, en lo que fue la primera soja transgénica aprobada en el país.
“El impacto de no tener una Ley de Semillas actualizada está siendo muy grande. Las empresas no van a querer mostrar sus números, pero yo les puedo decir que nunca hubo menos inversión en mejoramiento genético que ahora, corregido por dólar o por el factorque elijan. En mis 50 años, estamos en el peor momento. Esto es grave”, disparó durante la conferencia que brindó junto a los presidentes de las otras tres cadenas productivas (Argentrigo, Asagir y Maizar) en el Congreso Aapresid.
MEJORAMIENTO GENÉTICO: UNA REDUCCIÓN “DRÁSTICA” DE LAS INVERSIONES
Luego de su disertación, Infocampo le pidió a Rossi más precisiones sobre su opinión y ratificó su visión: “Si uno calcula la inversión actual en función del área de siembra que tenemos, por ejemplo, o tomando un valor estable de la moneda, lo que quieras, hoy los programas de mejoramiento de las empresas se han reducido drásticamente”.
“Yo no tengo los números de las empresas, pero es así, y te puedo decir por ejemplo que está habiendo desocupación de profesionales con 15 años de experiencia en mejoramiento genético de soja. Algo que nunca había pasado antes”, insistió.
Para Rossi, un parámetro objetivo que habrá que evaluar pronto es la inscripción de variedades: tras un 2022 en que hubo un pico ante la llegada de la soja Enlist, ya en 2023 la cifra cayó con fuerza y este año se proyecta que empeore.
“Como para tener en cuenta: el año pasado se escribieron unas 30 variedades en Argentina y en Brasil como 300. Es una falta de inversiones que no repercute mañana, sino de acá a tres o cinco años, y significa un país menos competitivo. Hoy tenemos menos de la mitad de la tecnología que tiene Brasil”, completó.
Desde Acsoja vuelven a la carga por la Ley de Semillas: “Estamos en la cola de la ganancia genética”
El problema de fondo, según el titular de Acsoja, es que solo 17% de la semilla que se usa es fiscalizada, y si se suma lo que está dentro del programa “Sembrá Evolución” –un sistema de comercialización propio que impulsan las principales firmas semilleras– cuando mucho se puede llegar al 30 o 35%.
“Seguimos teniendo un 70% de la semilla fuera del circuito formal y eso no ayuda, porque las inversiones que hay que hacer para lograr mejoras genéticas son muy grandes”, finalizó.
