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Nuevo helicóptero de uso agrícola

El prototipo, desarrollado y construido en la Argentina, está en pruebas desde hace dos años y permitirá reducir los costos en las aplicaciones aéreas.

El prototipo, desarrollado y construido en la Argentina, está en pruebas desde hace dos años y permitirá reducir los costos en las aplicaciones aéreas.
infocampo

Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (Unlp) se encuentran en la última fase experimental en el desarrollo de un helicóptero de uso agrícola, que permitirá optimizar la práctica de fertilización en cultivos de cereales y oleaginosas a partir del uso de fertilizantes foliares en la producción de cultivos extensivos.

En diálogo con Infocampo, el ingeniero agrónomo Ariel Clua, investigador y docente del Instituto de Fisiología Vegetal (Ifive), explicó que en forma complementaria al desarrollo aeronáutico se estudian los efectos de la nutrición mineral vía foliar mediante el empleo de un fertilizante foliar de desarrollo propio: “A partir de la inquietud de un alumno, Juan Manuel Cicaré, comenzamos el desarrollo de un helicóptero agrícola, construido integramente en el país”.

La fertilización foliar consiste en la aspersión en el follaje de las plantas de soluciones o suspensiones de diferentes compuestos orgánicos o inorgánicos con el fin de suministrar nutrientes según el ciclo del vegetal.

El punto de partida para este proyecto fue un modelo de helicóptero ultraliviano, el modelo CH-11 C, construido por Cicaré Helicópteros SA. El primer paso fue diseñar y adaptar un depósito para alojar el producto de aplicación, una bomba de accionamiento manual, un botalón de aspersión y la elección y disposición de los picos de aspersión.

El CH-11 C es un helicóptero monoplaza contrarrotante, impulsado por un motor Rotax de 75 HP. Tiene un largo de 7,15 metros, incluido el rotor, un ancho de 1,85 metros y una altura de 2,75 metros.

Una vez completado el sistema operativo de aplicación aérea, las pruebas se orientaron hacia la regulación de caudal y presión, tamaño de gota, elección de picos, determinación de velocidad y altura de vuelo. “En el proyecto buscamos combinar la eficiencia de la deposición del caldo de aplicación de cultivo y el efecto de la nutrición foliar”, señaló Clua.

El prototipo empleado en las pruebas tiene un volumen de alojamiento de caldo de aplicación de 50 litros y un motor con una potencia de 85 HP. El modelo comercial tendrá mayor volumen de alojamiento:

“El tanque del modelo comercial tendrá una capacidad de 500 litros y estará impulsado por un motor de 300 HP”, explicó.

Clua señaló que los helicópteros utilizados en nuestro país tienen un valor que oscila entre los u$s 450.000 (modelo Robinson R44) hasta casi u$s 1M, en el caso de un Bell Ranger. Para el caso de equipos terrestres autopropulsados, el costo puede ubicarse entre u$s 85.000/100.000.

En aviones, los costos pueden variar entre u$s 300.000 (modelo Puelche) hasta u$s 800.000 (AG Wagon). “A la hora de definir estrategias de comercialización, los fabricantes optarán por establecer un valor de venta que sea más económico con respecto al mejor de los aviones y helicópteros importados y más elevado que los equipos terrestres por las ventajas que presenta a la hora de efectuar la aplicación”, detalló Clua.

Ventajas En áreas de acceso difícil, la versatilidad del helicóptero permitirá que el costo de aplicación por hectárea sea comparable con el de un avión. “Con respecto a la aplicación aérea tradicional, el productor podrá ahorrar hasta un 30%”, señaló.

En aplicaciones realizadas con aviones, el costo promedio se ubica en u$s 9/ha.

Clua explicó que el helicóptero puede trabajar sobre un rango amplio de velocidades: “El vuelo estacionario y el despegue vertical permite que pueda desplazarse en espacios aéreos inadecuados para un avión”.

Una de las principales ventajas de la fertilización mediante este sistema es el “Downwash effect”, o efecto de mojado descendente, originado por las palas del rotor principal. A velocidades de hasta 40 km/h, se produce una batida del follaje y permite que la deposición del producto alcance todos los estratos, incluidos los inferiores, del canopeo del cultivo. “La forma de herradura de aplicación permite, por el lento avance del helicóptero, que el spray de aplicación penetre en todo el follaje”, explicó.

El helicóptero, en combinación con la fertilización foliar, permitirá adecuar los niveles de nutrientes a la necesidad de la planta en función de sus diferentes estadios: “El empleo de este sistema permitirá al productor lograr un ahorro de insumo, porque se utilizan cantidades precisas y totalmente aprovechables por la planta”, sostuvo Clua.

A la hora de fertilizar desde un helicóptero, el efecto aerodinámico posibilita una mejor penetración, que permite utilizar una menor cantidad de productos químicos en comparación con el avión. Mientras que el aeroplano requiere un elevado tiempo para la realización de curvas de retorno a cabecera de lote, el helicóptero insume menos tiempo para realizarlas.

“Otro aspecto destacable es la seguridad, mientras que el el avión implica un alto riesgo de vuelo por la presencia de árboles, torres de electricidad o cableado aéreo, con el helicóptero no existen riesgos significativos”, destacó.

Cuando se fertiliza con avión existe una demora significativa de tiempo operativo al momento de abastecerse. En el helicóptero esta incidencia se reduce, porque el abastecimiento se puede realizar en el mismo lugar de aplicación.

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