En su versión medioeval la esencia del “modelo” o sistema feudal reside en la “alianza de vasallaje”: pacto mediante el cual una persona -el vasallo (palabra de origen gaélico que significa sirviente)-, se somete a otra -su Señor-, quien le brinda protección y le reconoce un “beneficio” (más tarde llamado “feudo”) a cambio de lealtad y contribuciones.
Toda la sociedad participa de este sistema de servidumbre. El siervo de la gleba (tierra) jura lealtad y trabajaba para su Señor; su Señor hace lo mismo con un Barón, el Barón con un Vizconde, el Vizconde con un Conde, el Conde con un Marques y el Marques con el Rey.
En Argentina la palabra feudalismo no es una metáfora. El empleado se debe a su gremio, el desempleado a sus punteros, los punteros a sus intendentes, los intendentes a los gobernadores y los gobernadores al poder central. En el más alejado de los pueblitos del noroeste, en el Gran Buenos Aires y en Puerto Madero. Sin esta “alianza de vasallaje” el puntero no cuenta con recursos; el Intendente no recibe la partida, el Gobernador encuentra dificultades para la obra pública. Sin este pacto de servidumbre nadie resulta “investido” para integrar una lista, la “protección” es retirada, el “beneficio” (feudo) no es concedido. La Argentina Política entera está sometida a este nefasto régimen, no republicano, antifederal y anticonstitucional donde legisladores, Intendentes y Gobernadores se deben más al Señor que los ha investido y los protege, que a sus pueblos a quienes arrastran al infantilismo cívico y económico.
El modelo político se replica en los económico. El contrato, la licencia, el permiso para importar o exportar (roe), la protección arancelaria, la inspección de la AFIP, el trato o el destrato, dependen de cuanto se cumpla con las reglas no escritas de esta alianza, que opera por medio de contactos, cámaras, gremios, acuerdos, influencias, urgencias y necesidades.
Lo paradójico es que esta “regresión al oscurantismo medioeval en nuestras relaciones políticas y económicas” es ofrecido como una receta progresista y superadora, por supuestas elites intelectuales, dignos émulos de los antiguos teólogos; quienes antes defendían el origen divino del poder de los reyes a hacer lo que se les plazca y hoy defienden el derecho de la clase gobernante o del poder ejecutivo a un dirigismo económico discrecional que hace tabla rasa con instituciones civilizadas de relación y producción.
El sistema Republicano y Federal de hombres libres y Provincias Autónomas que imaginó Alberdi y que fuera plasmado en la Constitución del 53, donde los derechos individuales eran inalienables, las Provincias conservaban todo el poder que no había sido expresamente delegado, ha sido degradado a un estatismo feudal, donde los beneficios son “enderezados” por la clase política en función de la lealtad del “siervo”.
Afortunadamente un aire de libertad y rebelión al sistema aparece en los últimos años. Reclamos por mayor libertad sindical, empresarios que repudian el obsecuente accionar de sus Cámaras siempre oficialistas (ADE), productores agropecuarios que de manera casi unánime reniegan ser sometidos a un sistema de servidumbre alimentado por juntas, subsidios, permisos (roes), protecciones, burocracia y funcionarios que deciden cuando, como, quien sí y quién no.
Reiterando la gesta de los fantásticos burgueses que en la alta Edad Media decidieron romper con el sistema feudal, alejándose del castillo y reuniéndose sin “Señores” a la vera de los ríos fundando ciudades (burgos) para producir y comerciar sin “alianzas de vasallaje”, sin “contratos de servidumbre”, como corresponde a hombres libres, estos nuevos burgueses agropecuarios solo reclaman libertad para trabajar y producir, derecho a asociarse y ejercer toda industria licita, eliminación de impuestos discriminatorios y confiscatorios y el fin de los señoríos y derechos de príncipes (en definitiva igualdad ante la ley), como prescribe la Constitución Nacional.
Como en aquella época algunos defienden el sistema feudal desde los púlpitos(esta vez mediáticos) y otros intentan asustar al vulgo y se ofrecen como “caballeros protectores” para defender a los débiles y desamparados ( considerados inferiores e indignos de su clase).
Como en aquella época la libertad vencerá.
*Productor autoconvocado y consultor de empresas