Este año, la revista “The Economist” declaró a este ciclo como “el año de lo vegano” y es que, no importa si se declaran como “vegetarianos, veganos o flexitarianos”, el veganismo sigue creciendo y cada vez son más los productos que optan por ser“vegan friendly”. Pero lo que la mayoría no conocía, es que la bebida insignia argentina, el vino, además de extraerse de la vid en su proceso utiliza productos derivados de animales.
Originalmente el vegetarianismo fue la marca que diferenciaba a las personas que no comían carne, ya sea por su preocupación por el medio ambiente, en algunos casos, y otros por el maltrato animal y los derechos de la naturaleza.
Sin embargo, en estos últimos años se acentuó la presencia de un nuevo grupo de activistas que hacen de su alimentación un medio de reclamo. Los veganos, a diferencia de los vegetarianos, no sólo no comen carne, sino nada derivado de animales (leche, queso, huevos, entre otros).
Pero el veganismo no se basa solo en la alimentación y entra en juego una de las bebidas más elegidas por los argentinos, el vino.
Probablemente, la gran mayoría de los consumidores de vino desconoce que, además de uva, en sus copas puede haber ingredientes de origen animal; y es que en el proceso de elaboración del vino utilizaron durante décadas, elementos como la albumina de huevo; derivado de leche, de cartílagos o de peces, para clarificar, es decir, para eliminar las partículas sólidas que pueden quedar suspendidas en el líquido justo antes del embotellado.
Hoy en día, se conocen otros métodos para clarificar que utilizan proteína vegetal y ofrecen resultados de la misma calidad, como puede ser la bentonita. Y esta técnica es la que comenzaron a utilizar algunas bodegas mendocinas para conseguir el sello vegano y adaptarse a los nuevos cambios.
Ante este escenario, el consumidor seguramente se preguntará si hay diferencias de aromas y sabor al degustar uno y otro vino. La respuesta es no, un vino para veganos no tiene un sabor o una calidad distinta, igual que ocurre con los alimentos orgánicos.
Los consumidores más concientizados, aquellos que eligen una opción de alimentación como el veganismo, conocen de sobra esta posibilidad y buscan el sello V-Label, una certificación que otorga la Unión Vegetariana Europea.