Nació Pampero, el primer vacuno transgénico macho del mundo. El proyecto fue realizado por la empresa argentina Bio Sidus, e implicó la formación de un ternero cuya leche tendrá altas cantidades de una hormona de crecimiento humano utilizada para tratar a niños con problemas de crecimiento.
Infocampo TV dialogó al respecto con Andrés Vercovich, gerente de desarrollo tecnológico de Bio Sidus, quien resaltó la importancia de este adelanto científico tanto para la medicina, como para todo el sector agropecuario y también para la Argentina, ya que fue desarrollado por Bio Sidus con científicos del país.
“Lo que hemos podido hacer confluir nosotros es mucha de la tecnología agropecuaria ya establecida en este país con la técnica de biología molecular que nosotros aplicamos, orientadas a la producción de fármacos”, explicó. “Estos animales de los cuales queremos conformar un rodeo, producen en su leche altas cantidades de una hormona de crecimiento humano utilizada para el tratamiento de niños con problemas de crecimiento”. Asimismo, expuso que Pampero es un animal transgénico. Esto significa que tiene un gen humano en su dotación genética que será transmitido a la descendencia. Así, a partir del uso de su semen, nacerán vacas que podrán tener en su leche cantidades significativas de estas hormonas de crecimiento que permitirán cubrir la gran demanda del producto.
De esta manera, Vercovich expuso que los chicos que necesitan esta hormona de crecimiento humano, podrán acceder a ella con más facilidad. Consideró que se trata de una alternativa muy eficaz. “Son productos muy costosos”, agregó, “son tratamientos diarios durante años y a nosotros esto nos va a colocar en una posición competitiva muy ventajosa, dado que la eficiencia de esta producción es muchísimo más alta”. Informó que el proyecto conlleva miles de litros diarios de fermentación contra la producción de un solo animal para cubrir toda la demanda de Latinoamé-rica.
Vercovich comentó a la vez, que el nacimiento de Pampa Mansa (madre de Pampero) en el año 2002, implicó el establecimiento de las técnicas de clonación en estos animales. “En el 2003 pudimos demostrar que Pampa Mansa, aparte de ser un animal clonado era un animal transgénico que producía en su leche hormona de crecimiento”, explicó, “ahora estamos anunciando con Pampero la perpetuación de la formación de un rodeo transgénico que será el que dará continuidad a la producción de este proyecto”.
El gerente de desarrollo tecnológico de Bio Sidus comunicó que existe hoy una apertura del mercado denominado biogenérico. Afirmó que hubo una disminución de la protección patentaria de hormonas, lo que implica que la empresa podrá introducir el producto (hormona de crecimiento humano) en el primer mundo, con ventajas de manufactura muy altas.
En relación a las cantidades requeridas del producto a nivel mundial, Vercovich informó que el mercado global de hormona de crecimiento humano está en plena expansión, ya que se están encontrando otras aplicaciones para el producto. La cifra que mueve este mercado es de 2500 M de dólares. “Nosotros, con este rodeo transgénico, con unos 15 a 20 animales, podríamos estar cubriendo la demanda mundial”, expuso Vercovich. “Obviamente no vamos a ser los únicos que vendamos este producto, pero sí la manufactura será muchísimo más barata hecha acá por nosotros que en cualquier otro lugar del mundo”.
Respecto al hecho de que la Argentina haya llevado a cabo todo este proceso, Vercovich consideró que no fue mera casualidad sino que se debió a la confluencia de dos factores: por un lado, la tradición de investigación tecnológica en el país, con tres premios Nobel que dejaron su historia, y por otro, la tradición ganadera, es decir, todas las técnicas de inseminación artificial, de control veterinario, etc. que se han utilizado en Argentina. Asimismo, observó que “no es casualidad que, de los países en el mundo que tienen esta tecnología, todos son países agropecuarios tales como Australia, Holanda, EE.UU., Inglaterra y Argentina”.
Finalmente, Vercovich comunicó que la empresa no recibió ningún tipo de planteo ni restricción bioética respecto al proyecto. Consideró que esto fue así porque se trata de productos sobre los cuales se buscan constantemente técnicas más eficientes, ya que nunca es suficiente con las existentes. “La sociedad acoge con alegría este tipo de cosas porque son puntualmente aplicadas a enfermedades”, concluyó.
Verónica Scornik
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