“Para una industria que tiene una capacidad ociosa de 50% y que se encuentra instalada mayormente en pueblitos y ciudades de nuestro interior, la posibilidad de exportar significa no sólo agregar valor al trigo, sino generar más fuentes de trabajo argentino”, explicó Alberto España, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (Faim), en diálogo con Infocampo.
“Pero hay que remarcar que para nosotros, la prioridad es el abastecimiento del mercado interno”, agregó el directivo a renglón seguido.
España ratificó los datos de un informe privado que circuló en la semana previa, respecto de que las exportaciones de harina estaban teniendo un incremento de 21% en los primeros siete meses del año respecto de igual período de 2006.
Según el informe, entre enero y julio de este año se registraron exportaciones de harina por 480.000 toneladas, versus 395.000 en ese lapso de 2006.
De continuarse esta tendencia el año podría terminar con ventas por 840.000 toneladas de harina versus 700.000 de todo 2006.
Sobre fines del año pasado, el Gobierno dio dos pasos importantes en línea con los pedidos de esta industria. Por un lado dio el visto bueno para que el Congreso unificara la alícuota del IVA en la cadena de trigo en 10,5% (hasta ese momento el trigo tenía 10,5, la harina 21% y el pan 0%) y por el otro unificó los derechos de exportación de harinas y premezclas en 10%.
Anteriormente, la harina tenía el 20% y las premezclas 5%, lo cual había generado roces comerciales con los países vecinos, particularmente Brasil, que argumentaba que las premezclas eran en verdad harinas.
“Igualmente, la exportación de harinas es solo el 11% de la producción de la industria molinera argentina”, destacó España.
El dirigente remarcó que la exportación es una buena alternativa para ayudar a la economía de escala de esta actividad y que significa agregar valor nacional en la cadena del trigo, ya que la opción es que la Argentina exporte el trigo y el que el grano se muela en destino. Respecto de los mercados, remarcó que Chile se encuentra cerrado en los hechos y que Bolivia y Brasil siguen siendo los principales destinos.
“Se hicieron algunas operaciones con Cuba y ahora se está negociando el ingreso del producto al mercado ecuatoriano”, precisó España.
Mercado caliente. En tanto, el mercado de trigo internacional sigue mostrando una vitalidad que no registraba desde mediados de los 90. En el mercado local, luego de una retracción imputada a la presión oficial, el trigo de la nueva cosecha retomó los valores anteriores y el martes y miércoles se cerraron contratos a 195 dólares con entrega en Bahía Blanca.
Pero esta suba puede generar un problema para la molinería a la hora de hacerse del cereal, opinaron operadores del negocio.
“Los treinta dólares de diferencia entre los 165 dólares del disponible y los 195 de diciembre-enero representan un pase de 18% en dólares o sea una tasa anual de 43% en dólares”, refirió el informante de nuestro semanario.
Así es que muchos productores que todavía tienen el trigo en su poder estarían pensando en dejarlo como carryover hasta la nueva cosecha y venderlo a la exportación a esos tentadores valores.
“Les puede resultar más seguro eso que venderle a la molinería a 500 y esperar hasta octubre para que el Gobierno les pague los $100 que faltan para completar el FAS teórico”, explicó la fuente, en la jerga del negocio.
A través de la Oncca, el gobierno busca que el productor reciba el precio de paridad de exportación, al tiempo que la molinería pague un valor de 370 $/t. Pero los tiempos administrativos no juega a favor de esta estrategia.