La producción de soja 2023/24 dejó en evidencia un retroceso en la adopción de tecnología, en comparación a la campaña previa.
Según el Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (ReTAA), elaborado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), se registró un desplazamiento del nivel alto hacia el medio.
Esta tendencia se distribuyó en un 24% de adopción alta, un 71% de media y 5% de baja. En cuanto a la siembra, el 94% del área total fue implantada bajo siembra directa, apenas 1% por debajo del máximo de las últimas campañas.
Al momento de medir la densidad de siembra a nivel nacional, promedió los 64 kilos/hectárea, mientras que las dosis de fertilizantes disminuyeron en la comparativa interanual. El informe calculó que las aplicaciones se ubicaron en torno a los 9 kg/ha de fósforo y 2,3 kg/ha de azufre.
“Esta reducción acompaña el descenso en el porcentaje de productores que realizan análisis de suelo previo a la siembra, que alcanzó apenas el 13%, el nivel más bajo de las últimas siete campañas, igualando al registrado en la campaña 2017/18”, reconocieron desde la bolsa porteña.
En la campaña actual, se sembraron 17,3 millones de hectáreas de soja. Esta superficie se distribuyó en un 73% de primera y un 27% de segunda: se trata de la superficie más alta en las últimas siete campañas.
Además de haber alcanzado este valor, el rendimiento promedio fue de 29,9 quintales por hectárea, un aumento de 14,3 quintales en comparación con la campaña anterior.
LA TECNOLOGÍA 2023/24 EN SOJA
SIEMBRA DIRECTA
En la campaña agrícola 2023/24, el 94% del área cultivada en Argentina se trabajó bajo el sistema de siembra directa. Este dato representó un aumento de tres puntos porcentuales respecto a la campaña anterior.
Según el relevamiento de la BCBA, las regiones del noroeste y noreste argentino, junto con las dos principales zonas productivas de Córdoba, presentaron los niveles más altos de adopción de esta técnica. En contraste, el norte de la provincia de Santa Fe registró el porcentaje más bajo a nivel nacional, con un 87% de la superficie sembrada bajo esta modalidad.
DENSIDAD DE SIEMBRA
A nivel nacional, la campaña 2023/24 del poroto tuvo una densidad de siembra promedio de 64 kilos/ha, en niveles similares a la campaña anterior. Un dato a tener en cuenta en este apartado es que desde el ciclo 2014/15, se registra una tendencia descendente en este indicador, con algunas excepciones en años puntuales.
En el caso de soja de primera, esta variable se ubicó sobre los 62 kilos por hectárea, sin cambios respecto al ciclo previo. A nivel regional, el este del NEA presentó el valor más bajo, con 49 kg/ha, mientras que la Cuenca del Salado registró el más alto, con 73 kg/ha.
Para la soja de segunda, la densidad promedio alcanzó los 69 kg/ha, un incremento de 1 kilo respecto a la campaña anterior. Al igual que en los planteos de primera, se observó una variación regional en los valores. El este del NEA marcó el piso, con 50 kg/ha mientras que la cuenca del Salado registró el máximo, con 80 kilos por hectárea.
En promedio, el 72% de la superficie sembrada con soja en las últimas nueve campañas correspondió a primera, mientras que el 28% restante fue destinado a lotes de segunda. La mayor proporción de soja de primera se registró en la campaña 2014/15, con un 80%, y la menor en la campaña 2021/22, con un 65%.
FERTILIZACIÓN
En el caso de fertilización fosfatada, el trabajo calculó que en la campaña pasada, la dosis promedio a nivel nacional fue de 9 kilos por hectárea, sin diferencias en las dosis aplicadas en los planteos de primera y segunda.
Entre las zonas que registran las mayores dosis promedio, en la Cuenca del Salado, centro de Santa Fe y Núcleo Norte se alcanzaron los 11 kilos por hectárea.
Por el lado de fertilización con azufre, la dosis promedio en todo el país fue de 2,3 kilos por hectárea, observándose una diferencia menor a 1 kilo entre la soja de primera y la soja de segunda.
En promedio, el cultivo de soja requiere 80 kilos de nitrógeno, 8 kilos de fósforo y 7 kilos de azufre para producir una tonelada de grano.
ANÁLISIS DE SUELO
En la campaña 2023/24, la bolsa porteña estimó que solo el 13% de los productores realizaron análisis de suelo previo a la siembra, porcentaje que se equipara con el mínimo histórico registrado en la campaña 2017/18. “Esta cifra refuerza la tendencia descendente observada desde la campaña 2019/2″, advirtieron.
A nivel nacional, 5 de las 16 regiones evaluadas superaron el promedio general. Entre estas, se destacaron el norte de La Pampa y el oeste bonaerense, con un 24% de adopción, seguidos por Núcleo Norte (22%) y el sur de Córdoba, con un 18%.
En la vereda opuesta, el 70% restante de las regiones se ubicaron por debajo del promedio nacional. Dentro de este grupo, las dos zonas del NEA y el norte de Santa Fe registraron los valores más bajos y se perfilaron como las áreas agrícolas con menor adopción de esta práctica.
El análisis de suelo es una herramienta clave para evaluar las condiciones actuales del sistema y determinar las necesidades de fertilización, pero los datos actuales reflejan una baja utilización a nivel nacional.
ROTACIONES Y NIVEL TECNOLÓGICO
El trabajó destacó que las rotaciones agrícolas que incluyen soja son especialmente beneficiosas, porque contribuyen a la estabilidad y rentabilidad de los sistemas a largo plazo. Así, su capacidad para mantener los niveles de materia orgánica del suelo genera ventajas significativas para los cultivos subsiguientes.
A lo largo de las campañas analizadas, la soja representó entre el 60% y el 67% del total y en el 71% de estos ciclos, la superficie sembrada con porito duplicó a la de las gramíneas. Por otro lado, el cultivo de girasol mantuvo una participación promedio del 7% en la superficie total.
Con respecto al nivel tecnológico, la distribución promedio fue de 24% para el nivel alto, 71% para el medio y 5% para el escalón más bajo.
“Comparado con la campaña anterior, se registró un aumento de 9% en el nivel tecnológico medio, crecimiento que se dio a expensas de una reducción tanto en el nivel tecnológico alto como en el bajo”, señalaron.
De este análisis también se desprendió que se observa una diferencia de 10 puntos porcentuales a favor de la soja de primera, en lo que respecta al nivel tecnológico alto. En paralelo, el nivel tecnológico bajo fue 2 puntos porcentuales menor en la soja de primera, en comparación con la de segunda.
“Estos resultados reflejan una tendencia consistente hacia un mayor uso de tecnología en el cultivo de soja de primera”, concluyeron.